El año que ahora acaba tiene, entre otros, un significado económico para los inversores: es el primero, desde 1999, en que la revalorización de la vivienda ha sido menor que la de la Bolsa española. Por más que el precio de la vivienda haya subido, según los tasadores, cerca de un 17% en 2003, el índice fundamental de la Bolsa, el IBEX, lo habrá hecho en torno al 27%.
La diferencia es significativa y, si no ocurre nada excepcional, se acentuará en 2004 y, en la medida en que lo haga, los inversores españoles reducirán sus compras de ladrillos y atenuarán una de las causas del excesivo precio de la vivienda, la falta de alternativas de inversión a largo plazo. Por otra parte, la depreciación del dólar permite volver a fijarse en valores que cotizan, en esa moneda, en las diversas Bolsas de Estados Unidos.
Las inversiones financieras, acciones, fondos, y obligaciones, habían perdido peso, con razón, en el conjunto de la riqueza de los españoles. Ahora parece un buen momento para tener una posición más equilibrada, lo cual no significa que haya la menor seguridad de que quien apueste por la Bolsa en 2004 acierte, como ha ocurrido en 2003. Pero parece una apuesta razonable, tras un periodo de fortísima inversión en activos inmobiliarios.