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Alberto Recarte

Días de pánico en Argentina

La grotesca decisión de Cavallo de ligar irrevocablemente el tipo de cambio del peso argentino al euro, además de al dólar, cada uno en la proporción que se estime oportuno, es irrelevante para el funcionamiento de la economía, pero sirve de anuncio de las dudas del propio Cavallo respecto a la sostenibilidad del modelo argentino, su modelo.

El temor a que los analistas dedujeran que éste era precisamente el problema, ha hecho que la entrada en vigor de esa medida se retrase hasta que el euro alcance la paridad, 1 por 1, con el dólar; una condición absurda pues lo lógico, si el tipo de cambio del euro se revaloriza hasta ese punto, es que siga revaluándose, afectando negativamente a la economía argentina en el momento en que podría beneficiarse –después de tantos sacrificios– de la pérdida de valor y de los menores tipos de interés del dólar.

No hay una conjura internacional contra el peso y la economía argentinos, como no la hubo contra la peseta. Aunque quizá es lo que le haya transmitido Solchaga, que puso en boca de Felipe González la declaración de que esa primera devaluación (de las cuatro que sufrimos) fue debida a los “especuladores” en otoño de 1992. Hay, simplemente, un modelo insostenible basado en altísimos tipos de interés reales que ahogan el crecimiento. No se me ocurre ningún acontecimiento que pueda desactivar la opinión, cada vez más general, de que hace falta un nuevo modelo de crecimiento. En el mejor de los casos, los cambios legislativos propuestos por Cavallo lograrán reducir el déficit público a lo largo del presente ejercicio, pero nunca conseguirán impulsar el crecimiento, que requiere confianza, ahorro e inversión.

Los empresarios, consumidores e inversores argentinos, además de los extranjeros, han hecho lo que han podido para creer en Cavallo. En la medida en que su “plan” se va conociendo, la desesperanza sustituye a la sorpresa. Los mercados de valores están ajustando el precio de los activos de las empresas y las economías que, o tienen inversiones y riesgo, o comercio con Argentina. Después todo será más sencillo. Son días difíciles, pero imprescindibles para ir asumiendo que el auténtico cambio se aproxima.

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