Menú
SEGÚN DOS DIARIOS RUSOS

Putin llegó a la presidencia de Rusia tras falsificar las elecciones

Hace un año se produjo un acontecimiento histórico: el senil y alcoholizado presidente Yeltsin entregó el poder, con manos temblorosas, al jóven y enérgico Vladímir Putin, un desconocido teniente-coronel del KGB. El único criterio que motivó la elección de Putin fue, según los observadores, su promesa de no perseguir a Yeltsin por los crímenes cometidos a lo largo de los años 90. Las elecciones posteriores a la abdicación de Yeltsin sólo vinieron a certificar un hecho consumado. Pero los comicios, según dos investigaciones periodísticas rusas, pudieron ser un absoluto fraude.

Víctor A. Cheretski / Especial para Libertad Digital.- Ha pasado un año de aquello y, hoy en día, pocas cosas han cambiado en Rusia. La corrupción y el crimen organizado prosperan como antes. La economía nacional está en una crisis aún más profunda. La población, en una miseria medieval, padece hambre y frío, paro y enfermedades. En estas condiciones, lo único que funciona es el aparato propagandístico del Kremlin. El culto a la personalidad de Putin ya se aproxima, poco a poco, al del padre Stalin. Es un “gran guerrero” que combatió a los “terroristas chechenos”. Un “abnegado luchador” contra el malo de la película , el oligarca Vladímir Gusinski. Y por último, desafía a los americanos que, por supuesto, tienen la culpa de todo . Con la oposición callada y la prensa amordazada, Putin concentra en sus manos un poder absoluto. ¿Para qué y cómo será utilizado este poder? De momento nadie puede contestar esta pregunta.

Además, resulta que este poder no es nada legítimo. En vísperas del primer aniversario de la llegada de Putin al Kremlin, en el coro de elogios, sólo una voz se atreve a poner en duda el mandato del presidente. El periódico digital “Deadline.Ru” aprovecha la falta de control sobre Internet por parte del gobierno y declara que Putin no es un presidente legítimo. Su elección se debe a la falsificación masiva de los resultados electorales en los comicios que fueron celebrados tras su nombramiento como sucesor de Yeltsin.

Según el periódico, que utiliza los datos de varias investigaciones privadas, Putin fue elegido gracias a la falsificación de más de 2.200.000 votos. Las “técnicas electorales” fueron las mismas que utilizaron los funcionarios pro-gubernamentales para garantizar el triunfo de Yeltsin en los comicios de 1996. Según los sondeos, el antiguo presidente era apoyado a la víspera de las elecciones sólo por 0,7% de la población. Pero esto no le impidió salir ganador absoluto y ocupar la presidencia hasta enero de 2000.

Se trata de varios métodos de falsificación. Primero, y el más fácil, es el cambio de cifras en las listas electorales. Otra técnica consiste en “estropear” los boletines de la oposición. Basta con marcar con una cruz el nombre del segundo candidato para que el boletín sea anulado. Se utilizan también los votos de los muertos y de los que no acuden a votar.

He aquí unos ejemplos que encontramos en el periódico. En la región autónoma de Daguestán, los boletines a favor de la oposición fueron quemados tras la falsificación masiva de los datos. La principal víctima del robo de los votos fue el candidato comunista, Guenadi Ziuganov. Una investigación del PC asegura que en Daguestán a su candidato le quitaron casi 700.000 votos.

En la provincia de Sarátov, región del Volga, Ziugánov también fue “robado”, así como el candidato nacionalista Jirinovski, el demócrata Yavlinski, el independiente Skuratov y el populista Tuleev. Todos, por supuesto, perdieron sus votos a favor de Putin. Total, casi 200.000. Las investigaciones en Sarátov fueron llevadas a cabo por el periódico americano “Moscow Times”, editado en la capital rusa. Sus resultados fueron desacreditados inmediatamente por la prensa kremliniana como una “provocación americana”.

Así son las cosas. Pero nadie protesta ni va a protestar. Lo hecho, hecho está, especialmente, porque Putin --cada día-- maneja mejor a la opinión pública. Se tiene ganado , no sólo a su propio pueblo, sino a muchos de los líderes mundiales que ven en él un dirigente moderno, capaz de llevar a Rusia al mundo democrático. Esto último nos parece muy dudoso. Pero, en esta ocasión, no nos gustaría que se cumpliera nuestro pronóstico.

En Internacional

    0
    comentarios