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Alberto Recarte

Reestructuración de la deuda

El gobierno argentino ha comprado liquidez y ciertas dosis de tranquilidad hasta 2006, pues ha logrado que una parte importante de la deuda que vencía antes de esa fecha –16.000 millones de dólares– se empiece a amortizar en los años posteriores.

Se habla de que la permuta de deuda alcanza en conjunto la cifra de 30.000 millones de dólares, a descontar de los más de 128.000 que oficialmente constituyen la deuda pública argentina. El coste ha sido muy elevado, pues se ha pagado un interés del 15% aproximadamente, diez puntos más de lo que paga el gobierno norteamericano por emisiones en dólares del Tesoro. Con lo cual el tipo de interés a largo plazo para Argentina ha quedado fijado y puede asegurarse que para los particulares se encontrará considerablemente por encima de esa cifra.

El gobierno argentino ha avanzado mucho y no ha logrado nada, porque lo que está destrozando la economía argentina son los altos tipos de interés nominales y reales. Domingo Cavallo ha comprado tiempo, a un coste altísimo, para probar si, a pesar de esos tipos de interés reconocidos, es capaz de articular un conjunto de medidas de política económica que reactiven el crecimiento. Tiene razón cuando dice que lo importante es crecer y no la tiene cuando dice que con el canje consigue tranquilidad, porque prácticamente cercena las posibilidades de crecimiento, precisamente por los tipos de interés que ha aceptado.

Desafortunadamente para Argentina, el entorno internacional no le ayuda nada. La situación de Brasil, Estados Unidos, Japón y Europa parece que restarán más que añadirán impulso a la economía argentina en un futuro próximo. En la lógica de la moneda única en la que se encuentra Argentina, el único camino para lograr la reactivación económica es reducir el gasto público, rebajar nominalmente los salarios o ampliar las horas trabajadas, e introducir mucha mayor competencia interna, incentivando el desmantelamiento de monopolios. Si todas esas condiciones se cumplieran, entonces volvería la inversión extranjera para completar el ahorro interno y el crecimiento sería una posibilidad seria.

Son muchas condiciones para lograr el éxito. El primer obstáculo –inevitable– son los tipos de interés; el segundo, la decisión política del ejecutivo y el apoyo legislativo a las medidas de reducción de gasto público y de reducción de salarios. Por otra parte, si la economía continua estancada, el déficit público empezará a crecer, aunque la falta de ingresos no creará un problema de liquidez, como hasta ahora, porque los pagos por deuda se han retrasado más allá de 2006. Aunque, en cinco años, al 15%, la deuda se multiplica por dos.

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