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Alejandro A. Tagliavini

Atraso tecnológico latinoamericano

Entre otras muchas virtudes, la Argentina solía ser líder en América Latina en el uso de tecnología, antes de ser literalmente devastada por las consecuencias del estatismo. Pero ahora, rápidamente ha bajado al tercer lugar, según un estudio del World Economic Forum (WEF), donde la calificación se obtiene al medir la utilización de la informática en las empresas.

Esto es particularmente grave, si se tiene en cuenta que, cada vez más, el desarrollo tiene que ver directamente con la velocidad con que se transmite la información. Por ejemplo "Boeing fue capaz de construir su avión 777 dos años antes gracias a que dividieron el proyecto en partes y en equipos alrededor del mundo, integrados vía redes informáticas; además, así redujeron los costos en un 20% o 30%", asegura John Chambers, de Cisco Systems.

La Argentina fue superada por Brasil que, con su potencial industrial y su política relativamente libre en lo que a informática se refiere, logró ocupar el primer lugar en América Latina, seguido de Chile en la región que, a pesar de ser un país pequeño, siendo la economía más abierta de la zona, ocupa el puesto 35 a nivel mundial. El histórico liderazgo de la Argentina en las clasificaciones latinoamericanas de tecnologías de la información terminó básicamente debido a la eliminación de la convertibilidad entre el peso y el dólar. Ello significó que el dólar y, consecuentemente, los productos importados como son casi todos los tecnológicos, pasaran a costar más del triple.

El reporte del WEF, realizado en 2002, coloca a la Argentina en el puesto 45 del “ranking mundial”, en el que Finlandia ascendió dos lugares convirtiéndose en la nación mejor preparada y que mejor uso le da a la tecnología y a las telecomunicaciones. Un año atrás, Argentina, estaba en el puesto número 32, pero debido a un año difícil para las industrias tecnológicas asfixiadas por un Estado voraz, fuertemente endeudadas y cuyo desarrollo depende casi totalmente de equipos importados, el país descendió 13 puestos.

También bajó Estados Unidos, al perder el primer lugar, quedando de segundo. Tercero aparece Singapur, seguido por Suecia, Islandia, Canadá y Gran Bretaña. El reporte considera tres aspectos: el entorno de mercado, regulatorio y de infraestructuras para el desarrollo del sector; la preparación que tienen los individuos, las empresas y los gobiernos; y el uso real que le da una sociedad a la tecnología.

El puntaje total del primero, Finlandia (5,92), es 61% mayor que el de la Argentina (3,67). España ocupa el puesto 25 en el “ranking” mundial, Brasil 29, México 47, Uruguay 55, República Dominicana 57, Colombia 59, Panamá 61, El Salvador 63, Egipto 65, Venezuela 66, Perú 67, Rusia 69, Guatemala 73, Ecuador 75, Paraguay 76, Bolivia 78, Nicaragua 79, Honduras 81, para terminar con el último, Haití, que ocupa el lugar 82.

El desempeño latinoamericano es irregular, con buenos resultados en algunos aspectos y otros malos. La Argentina aparece mejor colocada en el uso que le dan las empresas a la tecnología, y por el uso de herramientas como el correo electrónico para las comunicaciones corporativas, el comercio electrónico, el mercadeo en línea y la cantidad de empresas con página Web. Allí, la Argentina ocupa el decimosexto lugar, con el mismo puntaje que Taiwán y Australia. En general, el mercado local se muestra mejor posicionado en el uso concreto de las tecnologías que en el desarrollo de infraestructuras.

La peor posición se la lleva el gobierno, que ocupa el puesto 75 en infraestructuras tecnológicas. Esto mide la prioridad que le da el Estado a la tecnología, el gasto público en productos avanzados, la idoneidad de los funcionarios del área y los servicios prestados en línea. Los burócratas argentinos tienen un desempeño similar al de sus colegas de Ecuador y Honduras, pero muy por debajo de países como Bangla Desh y Filipinas.

En fin, América Latina sufre de un círculo vicioso: su débil apertura hacia el exterior, producto de las fronteras coactivamente cerradas por los gobiernos, la hacen impermeable a la tecnología, sin la cual su desarrollo se retrasa.

Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

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