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Alejandro A. Tagliavini

El neoliberalismo es un cuento chino

Se trata de una de las grandes paradojas de las “ideologías”: la China comunista siguió el mismo camino que el Chile de Pinochet. Ambas naciones intentaron un acercamiento al mercado natural.

En cambio, no está claro qué se pretende con el Trade Power Authority (TPA), el ALCA y el Mercosur que el Brasil de la samba Lulista (mezcla de bombos y martillos y hoces pero con ritmo de FMI), quiere fortalecer para negociar con Estados Unidos. El Congreso norteamericano mantiene los subsidios a la agricultura y la legislación “antidumping” contra los productos siderúrgicos extranjeros. El TPA es restrictivo y pareciera que Washington no levantará barreras, ni cupos, ni sobretasas arancelarias, ni restricciones fitosanitarias.

Aun así, la superioridad del ALCA con respecto al Mercosur, en razón de que promueve una menor injerencia coercitiva estatal, se demuestra en los resultados: hoy México es cinco veces Argentina y dos veces Brasil.

Adam Smith señalaba que el comercio expandido mejora al Gobierno, dado que la eliminación de aduanas coactivas distiende las relaciones y consecuentemente reduce la propensión a la guerra, resalta la libertad y seguridad individual, a la vez que promueve la igualdad real entre las personas, al disminuir los costos de los bienes. A su vez, esta mayor libertad y riqueza impulsa mejoramientos en infraestructura institucional que se reflejan en mayores intercambios de ideas en las ciencias, filosofía, derecho, religión y política.

En particular, la libertad de emigración e inmigración y el flujo de capitales elevan los salarios y aumenta la rentabilidad del capital. No puede haber libertad de comercio e industria si las personas no pueden circular libremente hacia dónde se pagan mejores salarios, se compra más barato o se logra cualquier otra ventaja.

La inmigración hacia Estados Unidos durante la década del 90 fue la mayor de los últimos 150 años, y la economía de ese país se mantuvo floreciente. Los 31,3 millones residentes extranjeros censados en el 2000 (11,1% de la población total) son 11,3 millones más que los censados en 1990. Los inmigrantes de Latinoamérica y el Caribe remitieron a sus países de origen más de 15.000 millones de dólares en el 2000. Se estima que al menos 300.000 millones de dólares serán remitidos durante los próximos diez años. Pero la cifra real es mayor, dado que frecuentemente el dinero se transfiere por vías informales. Para muchos países latinoamericanos, esta es una fuente de ingresos externos mayor que la inversión extranjera directa o las exportaciones. En Ecuador, por ejemplo, es la segunda entrada de divisas, después de la exportación de petróleo.

Ahora, si de crecimiento económico queremos hablar, sin duda el caso más sintomático es China, que en 1973 estaba tan retrasada que el ingreso per cápita era más bajo que el de Europa en el año 1600. Entonces, irónicamente, el Partido Comunista encaró la apertura unilateral de la economía, logrando así crecer entre 1973 y 1999 a un ritmo de 5,4% anual, en tanto que la inversión fija sobre el PIB alcanzaba el altísimo nivel de 0,30. Los países que se abrieron unilateralmente al mercado crecieron durante la década del 90 a un ritmo de 5,1% anual, el resto decreció a una tasa de -1,1% por año.

Los mercados institucionales son útiles si facilitan liberalizar el comercio internacional, promoviendo el crecimiento, por cuanto se eliminan las barreras coercitivas que imponen los gobiernos que, como toda coerción, destruye la naturaleza económica de la sociedad. Con libertad crece la cooperación voluntaria entre los distintos actores económicos y así colaboran en el crecimiento social.

En América Latina, Chile lo entendió así y sus más bajos aranceles aduaneros redundaron en una economía pujante, de mayor crecimiento, más integrada al mundo y la más activa de la región. Chile logra el puesto número 20 en competitividad mundial, según el World Economic Forum, mientras que Argentina está en el puesto 63. Ante la horrible situación argentina, Chile invierte en mi país y contrata por montos irrisorios a desesperados ejecutivos argentinos que hasta hace poco creían pertenecer al primer mundo.

Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

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