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Alejandro A. Tagliavini

La crisis es culpa del Estado

Iniciada la crisis, se suponía que las millonarias inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales, los rescates y blindajes estatales, arreglarían la cosa, pero se gastaron cientos de miles de millones de dólares y la crisis sólo se agravó.

Bush es un especialista en infundir temor para justificar sus acciones que, en realidad, son las que lo generan. Ahora asusta con la crisis financiera que él creó y que el mercado podría resolver de no ser, irónicamente, por los "rescates" de la Casa Blanca y de sus socios.

La crisis se generó por un exceso de intervención estatal. Cuando Greenspan estaba al frente de la Reserva Federal, situó los tipos de interés en el 1% y provocó una demanda excesiva de créditos, de modo que muchos resultaron insolventes a medida que comenzaron más tarde a subir los tipos. Esa debacle indujo la caída del precio de las viviendas y muchos que sí tenían capacidad para pagar las hipotecas, dejaron de hacerlo porque su deuda era mayor que el valor de lo que habían comprado.

Iniciada la crisis, se suponía que las millonarias inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales, los rescates y blindajes estatales, arreglarían la cosa, pero se gastaron cientos de miles de millones de dólares y la crisis sólo se agravó.

Las compañías Freddie Mac y Fannie Mae eran entidades de "propiedad y gestión privada", pero respaldadas por el Estado, lo que reducía su eficiencia. En las empresas estatales, lo que cuenta no es la eficiencia económica sino las prioridades políticas. Por ejemplo, para conseguir un crédito hipotecario antes se exigía un ingreso mínimo fijo, pero por razones políticas los republicanos ordenaron dejar de exigirlo, lo cual fue apoyado por demócratas demagogos, con la excusa de permitir el acceso al crédito a los más pobres.

Panamá no tiene Banco Central que fije las tasas de interés, pero desde 1970 ocupa el primer o segundo lugar mundial en el índice del Instituto Fraser en Fortaleza Monetaria. La fijación privada de los tipos de interés ha resultado en un sistema financiero muy sólido, mientras que su bolsa subió 1,75%, en lo que va de 2008 hasta el 6 de octubre, cuando el promedio de las bolsas globales bajaron más de 30%.

La quiebra de entidades financieras de Estados Unidos podría perfectamente ser paliado por el mercado, si no fuera por el exceso de regulaciones que impiden la reacción rápida y profunda.

Mi amigo Rafael Termes, ya fallecido, tuvo gran responsabilidad en el diseño del actual sistema financiero español, más desregulado que el americano. Así, con menos interferencias artificiales del Gobierno, crecieron los bancos con la fuerza natural del mercado. Al punto que el Grupo Santander adquirirá, a través de su filial Abbey, la red de Bradford & Bingley, nacionalizada por el Gobierno británico, por 772 millones de euros. De esta forma tendrá el 10% de los depósitos minoristas de ese país, unos 27.000 millones de euros. Y los clientes de Bradford & Bingley están tranquilos porque ese grupo es uno de los más exitosos del mundo, con una clasificación de crédito AA y ganancias previstas para 2008 de 10.000 millones de euros netos, un 10,3% más que en 2007.

Este es el modo sano de evitar quiebras y no con las nacionalizaciones que lo que hacen es dar oxígeno a entidades enfermas, prolongando la agonía del sistema. Otro resultado nefasto de la artificial bajada de los tipos por parte de la Fed es que muchos inversores especulativos encontraron en las materias primas mejor rentabilidad, haciendo subir los precios. Esto, sumado al fuerte aumento del consumo, provocó que desde 2007 se produjera un fuerte aumento del índice de precios al consumidor (IPC) global: el crudo llegó a casi 150 dólares por barril y la soja a casi 600 dólares la tonelada.

Pero ahora los especuladores decidieron que, frente a la recesión mundial, el consumo bajaría y, por tanto, el precio de las materias primas, con lo que decidieron vender sus posiciones, haciendo bajar los precios notoriamente. La soja ya bajó más de 30%. Los precios de las materias primas caen, ahuyentando el fantasma de las hambrunas.

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