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Alicia Delibes

Creadores de opinión

Al ver el miércoles por la televisión las imágenes de Javier Bardem que, enardecido, gritaba NO a la guerra, pensé que sus dotes como actor eran innegables y recordé una entrevista que le hicieron en TV poco después del estreno de su película Antes que anochezca. Me llamó la atención que aquel día se confesara sorprendido por el hecho de que, de la noche a la mañana, su éxito le hubiera convertido en un “creador de opinión”.

Esto es lo malo que tiene la fama en este país, que en cuanto un tipo es conocido, aunque sea por su estulticia, y cuidado no quiero con esto llamar tonto a nadie, se convierte o lo convierten en un “creador de opinión”.

Ahora resulta que Bardem y sus camaradas del cine se han tomado en serio su papel de conductores de la sociedad y han decidido que este país, lo quiera o no lo quiera, le guste o no le guste, ha de ser pacifista. Pero el que hayan decidido dirigir el pensamiento del pueblo español no quiere decir que tengan la representación de la sociedad, como el propio Bardem dijo el otro día. Que yo sepa, en una democracia, la representación del pueblo no la tienen los actores ni las actrices sino que más bien la tienen los políticos.

Y resulta que esa sociedad que dicen representar, después de pasar por la experiencia de 14 años de gobierno socialista, decidió votar a un partido de derechas. Pero es que además, cuatro años después, esa misma sociedad, tras comprobar que esa derecha no sólo no era fascista, a pesar de que lo digan, entre otros, los del cine, sino que resolvía los problemas que más preocupaban a sus ciudadanos, repitió, y esta vez mayoritariamente, su apoyo al mismo partido.

La víspera de las elecciones de marzo del 96, en un cenáculo del grupo PRISA, escuché a un periodista decir: “el pueblo español no será tan gilipollas de votar a la derecha”, y, sin embargo, curiosamente, resultó que lo fue. El otro día alguien del cine se quejaba de la levedad mental de un público que prefiere ver “cualquier banalidad americana antes que una de las películas ‘creativas’ españolas”.

Veremos ahora en qué para toda esta movida de la guerra y del cine contra la guerra, pero tengo la impresión de que, gracias a Dios, nuestra sociedad está dando muestras de estar hasta el gorro de tanto progre, de tanto artista y de tanto creador de opinión que quiere seguir cobrando del erario público el resto de su vida.

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