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Alicia Delibes

El virus del progresismo

El pasado lunes el diario El País publicaba en las páginas de educación una serie de datos recogidos por la OCDE que mostraban que España gastaba en educación algo menos que otros países de la Unión Europea. Según rezaban los titulares de esta diario, “los expertos consideran que la mejora de la calidad de la enseñanza requiere una mayor financiación”.

Si se comparan las tablas que recogen el gasto público en educación con la de los resultados de la evaluación conocida como PISA2000, que se realizó con escolares de 15 años de todos los países miembros de la OCDE y que se hizo pública el pasado diciembre, se observan datos que muestran una relación entre gasto y rendimiento escolar de sentido contrario al que señalan los expertos citados por El País.

Por ejemplo, Irlanda aparece siempre por debajo de España en cuanto a lo que al gasto se refiere y, sin embargo, sus escolares se situaron entre los que mejor comprenden lo que leen y los que mayor cultura científica tienen de todos los países que participaron en la evaluación. Mientras que países como Noruega, Francia, Dinamarca, Alemania o EEUU que están entre los que más dinero invierten en educación se vieron relegados a unos vergonzantes puestos intermedios.

Ese empeño por demostrar que nuestra enseñanza es mala porque el Estado gasta en ella muy poco se debe a que la prometida Ley de Calidad, además de levantar protestas en las filas de la oposición, ha despertado su codicia. Parecen dispuestos a reconocer el fracaso de nuestro sistema de enseñanza si a cambio consiguen más dinero para la educación. Muchas voces se oyen ya que reclaman una mayor inversión y alegan que para mejorar la calidad de nuestra enseñanza, para “atender la diversidad” cada vez mayor de nuestros escolares, es preciso que aumente el número de profesores. Pero, si de ese estudio realizado por la OCDE y publicado en El País nos fiamos, resulta que los profesores españoles son los que menos horas dan de clase y los que más cobran de toda la UE.

En Química, una solución se dice que está saturada cuando no admite más cantidad de soluto y si se añade más, entonces, lejos de disolverse, precipita y sus posos quedan como desperdicio en el fondo del recipiente. Eso es exactamente lo que ocurrirá con el dinero del contribuyente si se dedica a “mejorar la calidad de la educación”, porque quienes conocemos de cerca la enseñanza pública española sabemos que los problemas que tiene no se resuelven con dinero. Los problemas actuales tienen su causa en el virus depredador del progresismo, un virus insaciable al que el dinero público en lugar de eliminar alimenta y hace cada vez más contagioso.

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