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Alicia Delibes

Estrés en el colegio

Cuentan de Santiago Bernabéu que cuando algunos alevines, aspirantes a jugadores del Real Madrid, acudían al estadio para someterse a pruebas de selección de futuros futbolistas, descalificaba de inmediato a aquellos que lo hacían acompañados de alguno de sus progenitores. Sabia medida de don Santiago, que, conocedor del alma humana, desconfiaba de las posibilidades reales de un muchacho cuando sus “papás” se entrometen en la labor del entrenador deportivo.

Una encuesta entre escolares de primaria y secundaria, realizada por el profesor de la UCM Víctor Pérez Díaz y un grupo de sociólogos, ha puesto de manifiesto algo que ya sabíamos los profesores y es que la mayoría de los padres gustan del modelo escuela-guardería que las tendencias pedagógicas de los últimos veinte años han conseguido imponer a la sociedad.

No hay duda de que un padre quiere siempre lo mejor para sus hijos. Lo que la encuesta realizada refleja es que una gran mayoría cree que lo mejor para sus hijos es que no sufran estrés en el colegio. Es evidente que, para que no lo padezcan, deben ir a la escuela a jugar y entretenerse; y deben jugar y entretenerse cuanto más tiempo mejor, hasta que terminen la primaria, la secundaria, el bachillerato y, por qué no, hasta que salgan de la Universidad. Si además el Estado cuida de que, sin sufrir estrés alguno, se consigan títulos de ingenieros, médicos, arquitectos, abogados o políticos, la mayoría de los padres pensará que España tiene el sistema educativo mejor del mundo.

La gran ventaja que tiene practicar la demagogia es que siempre encuentra el respaldo de la mayoría. Pero, una sociedad madura y responsable no podrá nunca perdonar a un gobierno que quiera sacar ventajas políticas de la debilidad y falso cariño de unos padres que son incapaces de enfrentarse con las consecuencias terroríficas a las que esa situación acabaría conduciendo. Es obligación de los responsables de la educación convencer a esa mayoría de progenitores que el bien y la felicidad de sus hijos no se alcanzan evitándoles todos los escollos del camino, sino dándoles los instrumentos necesarios para que un día puedan resolver, ellos solos, los problemas y dificultades que, irremediablemente, encontrarán en su vida.

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