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Alicia Delibes

Hirsi Ali, una feminista de verdad

Ayaan Hirsi Ali, que sabe bien lo que significa carecer de los derechos básicos, deplora la actitud de tanto político occidental que jalea el multiculturalismo sin saber ni siquiera lo que hace.

Mientras la delegación española, con la vicepresidenta del Gobierno a la cabeza, conmemoraba el día de la mujer trabajadora firmando en Mozambique "un compromiso para erradicar la pobreza femenina y su absoluta carencia de derechos básicos", terminaba yo de leer el libro Yo acuso de la diputada holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali, que Esperanza Aguirre ha presentado en Madrid.

No es la primera vez que esta mujer, nacida en Somalia en 1969 y diputada por el partido liberal holandés (VVD), visita Madrid. Lo hizo ya el año pasado cuando la Comunidad le otorgó el Premio a la Tolerancia.

La frívola felicidad que se refleja en los rostros de nuestras políticas, que, ataviadas con unos deliciosos delantalitos étnicos, han posado para la prensa, tiene algo de escandalizador si se compara con la seriedad con la que Ayaan Hirsi Ali denuncia en su libro la tremenda situación de las mujeres musulmanas, no sólo en sus países de origen, sino también en nuestros ricos, democráticos y libres países de acogida.

Ayaan Hirsi Ali, que sabe bien lo que significa carecer de los derechos básicos, que sabe bien lo que supone que una niña nazca en el seno de una familia musulmana, donde jamás se le dará la oportunidad de pensar por sí misma y de decidir lo que quiere hacer en la vida, deplora la actitud de tanto político occidental que jalea el multiculturalismo sin saber ni siquiera lo que hace.

Ayaan critica a toda esa izquierda que, en nombre del relativismo cultural, se niega a censurar los hábitos y costumbres ancestrales de ciertas culturas no occidentales, porque con ello, dice, lo que hace es mantener la situación de atraso y de desigualdad que en ellas se vive. "Detrás de todo ello –escribe Hirsi Ali–, están las intenciones más dispares, pero ya sabemos que el infierno está pavimentado de los mejores propósitos. Se trata de racismo en su acepción más pura".

Todo el que aprecie la libertad y la democracia debería leer Yo acuso y unirse a la lucha de Ayaan Hirsi Ali por la emancipación de la mujer musulmana porque, como ella, yo también estoy convencida de que si las mujeres no se liberan del yugo musulmán, toda la civilización occidental estará en peligro de caer en manos de la barbarie.

Ayaan viene a pedir a los madrileños lo que en su libro ruega a todos los occidentales: que la escuchen, que la dejen hablar a ella y a los pocos disidentes del Islam que están dispuestos a criticar públicamente la religión de Mahoma. Y viene a pedir también que defendamos con convicción aquello por lo que los islamistas odian a Occidente: la libertad del individuo, ya sea hombre o mujer, para decidir sobre su propia vida y para expresar públicamente sus opiniones.

Ayaan, que vive rodeada de guardaespaldas y que ha decidido dedicar el resto de sus días a luchar por la emancipación de la mujer musulmana, piensa que no es pedir mucho pero a mí me parece que, dada la pasividad general de nuestra sociedad y el escaso entusiasmo que en nuestros conciudadanos despierta el deseo de libertad, lo que pide Ayaan, tristemente, es demasiado.

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