Pilar del Castillo ha incluido en su proyecto de Ley de Calidad la recuperación del Cuerpo de Catedráticos. Es imposible que en la izquierda guste el plan de la ministra puesto que siempre han luchado por eliminar el escalafón en la carrera docente. El modelo socialista de escuela unificada o comprehensiva exige que tenga un cuerpo único de profesores, no contempla la existencia de categorías ni de funciones distintas dentro del conjunto de enseñantes.
Recuperar ese cuerpo de catedráticos puede parecer sencillo a quien no conoce los entresijos de la educación, pero, en realidad, es un asunto bastante complejo. ¿Qué pasará con esa “condición” de catedrático inventada por los socialistas para premiar a los adictos a su régimen? ¿qué pasará con los antiguos catedráticos, los llamados de “pata negra” que aprobaron en su día una difícil oposición? ¿Tendrán funciones distintas los nuevos catedráticos? ¿Deberá un profesor cambiar de centro cuando asciendan de categoría?.
Actualmente, de los, más o menos, 100 000 profesores de secundaria, unos 2000 son catedráticos de “pata negra” y cerca ya de 20 000 tienen la condición de catedrático. Cuando se terminó de redactar la LOGSE la condición de catedrático se concedió a los profesores de secundaria de cierta antigüedad que presentaron una memoria para demostrara su dominio de la nueva normativa. Los que habían trabajado en el Ministerio para elaborar la Ley hicieron su agosto recorriendo institutos y dando cursillos de formación LOGSE a los aspirantes a catedráticos. Hubo tal copieteo en las memorias presentadas que la Administración repartió, debió de ser “al azar”, ceros a diestro y siniestro.
Desde entonces se han realizado tres o cuatro convocatorias más, últimamente se pide que la memoria sea un trabajo “más personal” y que el aspirante, ante un tribunal de catedráticos que en su mayoría son “de condición”, exponga un tema cualquiera de su asignatura elegido por él tres o cuatro meses antes del examen. Una fantochada que humilla al que se examina y aburre al examinador, pero que permite juzgar si el pretendiente comulga con la doctrina logsista que domina en la pedagogía.
Existen antiguos profesores de Formación Profesional que no eran licenciados y que en convocatoria “especialísima” se convirtieron en profesores de enseñanza secundaria allá por el año 85. La mayoría de ellos tienen hoy la “condición de catedrático” y son directores de departamento. A ellos se refiere el Ministerio al decir que tendrán 10 años para hacerse licenciados si quieren integrarse en el nuevo cuerpo.
La intención de la ministra de Educación de terminar con esta situación tan fácilmente manipulable, y donde lo que menos importancia tiene es la preparación académica del profesorado, merece ser recibida con agrado, lo que no impide cierto escepticismo: ¿Qué quedará después de las consultas, consensos y otros trámites de obligado cumplimiento?. Con tal cúmulo de prebendas repartidas y de intereses creados ¿se podrá conservar lo que en ningún caso debería ser negociable, la exigencia a quien acceda a catedrático de demostrar su dominio de la asignatura que debe impartir?
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