Menú
Alicia Delibes

No tiene gracia, señor presidente

Según parece, a la Ministra de Educación la desmedida reacción que ha tenido la izquierda ante la LOU le ha resultado totalmente inesperada. Pilar del Castillo, desde que se hizo cargo del ministerio, ha tenido un exquisito cuidado en ganarse el favor de ese mundillo progre que domina el arte, la literatura, la universidad y la enseñanza. Seguramente tiene razón la ministra cuando afirma que ha dialogado más que nadie en ese ministerio. Nadie puede acusarla de hostilidad hacia esa progresía del colmillo retorcido que, agazapada, esperaba cualquier falso movimiento para saltar sobre ella. Pero, por muy templado que uno sea, un día le puede dominar la cólera o irritar una clamorosa injusticia y puede llegar a perder la compostura; eso es lo que le debió de pasar a Pilar del Castillo el día que dijo a los rectores que debían dejar de inmediato su cargo. La fiera herida sacó entonces sus garras y al grito de “te pones chula pues ya verás de lo que soy capaz” decidió utilizar todo su poder contra la tan dialogada LOU.

Lejos de mí la intención de criticar que la ministra amenazara a los rectores, que tenían bien merecida la orden de disolución, lo que sí me atrevo a criticar es una cierta falta de previsión. Pilar del Castillo no se había creído hasta qué punto el terreno de la educación está dominado por el progresismo izquierdista y tampoco se ha creído que la izquierda no dejará introducir un solo cambio sin su permiso y sólo dará ese permiso a aquello que implique más puestos de trabajo, más burocracia estatal, más saraos y, en definitiva, más gasto público.

El PSOE hizo una notable labor en el mundo de la educación. Desentendiéndose de lo que toda la vida se había considerado la calidad de la enseñanza, es decir, enseñar mucho y bien, se dedicó a predicar la preeminencia de la “educación en valores” y entre esos valores la uniformidad de pensamiento, la mediocridad intelectual y el corporativismo han tenido una especial importancia. La Universidad nunca se va a apartar de ese “pensamiento único” que bloquea toda posibilidad de analizar con honestidad y sin prejuicios una propuesta que venga de “fuera”, que no la hayan hecho los suyos.

El miércoles, en Zaragoza, José María Aznar bromeaba con su gente a propósito de la manifestación del 1 de diciembre. Pero, no tiene ninguna gracia que, ante la triunfadora mirada de una parte importante de los rectores y el silencio cómplice de los demás, profesores universitarios, sindicalistas, alumnos y líderes de la izquierda, sin ningún prejuicio, salgan a la calle para vociferar contra una ley que no quieren porque no es suya, que los claustros cierren filas en torno a una causa claramente injusta y que las universidades se apresuren a cubrir todas las plazas vacantes no vaya a ser que se les cuele algún “nuevo habilitado”, que nadie sabe de dónde viene.

© www.libertaddigital.com 2001
Todos los derechos reservados


Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

 &nbsp
!-->

En Sociedad

    0
    comentarios