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Alicia Delibes

Preguntas de difícil respuesta

Estadísticas, cifras, presupuestos y encuestas danzan por las páginas de educación de los periódicos desde que el gobierno del Partido Popular decidió poner en marcha la reforma de la enseñanza secundaria. Sin embargo se echan en falta algunos datos que nunca aparecen. Por ejemplo ¿se sabe cuántos liberados tienen los sindicatos de enseñanza?, ¿se sabe exactamente cuántos afiliados tiene cada sindicato?, ¿se sabe qué partida, dentro del presupuesto de educación, va destinada a pagar el sueldo de los liberados sindicales?

La razón de ser de los sindicatos es la defensa de los intereses de los trabajadores, la protección del obrero de los posibles abusos de la patronal. Pero en el caso de la enseñanza sus competencias han ido, a lo largo de los años, mucho más lejos. Sus liberados, que eran sencillos profesores, han pasado a ser considerados como expertos pedagogos, su influencia en la Administración alcanza a la elaboración de planes de estudio, a la organización de los centros, a la educación de los niños, a la integración de los inmigrantes y a mil asuntos más en los que, en principio, no tendrían por qué intervenir.

El resultado de esta intromisión ha sido nefasto para la enseñanza. Por culpa de los sindicatos los planes de estudio no se hacen pensando en cuáles son las disciplinas que un escolar debe conocer sino en el número de horas que hay para repartir entre los profesores de cada materia. Por culpa de los sindicatos cuando se habla de carrera docente se valoran más los años de trabajo de un profesor que sus conocimientos. Por culpa de los sindicatos se ha formado un grupo de presión de 70 000 profesores interinos que ya están exigiendo entrar como funcionarios de carrera por la puerta falsa. Fue por culpa de los sindicatos por lo que, a principios de los ochenta, la gran masa de profesores no numerarios (PNN) que daba clase en lo institutos de bachillerato, se convirtieron en funcionarios sin que se les exigiera demostrar un mayor conocimiento de su materia, una historia que algunos consideran el principio de todos los males que nos aquejan.

Hoy en día no hay mejor chollo que ser liberado sindical. Se puede dejar la tiza, cobrar del Estado, influir, sin comprometerse, en las decisiones de las administraciones educativas y, además, exhibir la coartada moral de ser el defensor legítimo de los derechos del trabajador.

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