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Alicia Delibes

Tres cerditos políticamente incorrectos

Los británicos han decidido eliminar del repertorio de cuentos infantiles el de los tres cerditos pues, al parecer, puede herir la sensibilidad de los niños musulmanes.

No estoy demasiado segura de conocer el argumento de este cuento. A la memoria me vienen ahora dos versiones distintas. En una de ellas los tres cerditos construyen tres pequeñas casas para protegerse del lobo. El mayor, que es el más tonto y el más vago, la hace tan endeble que de un solo zarpazo el lobo la destruye. El feroz animal destruye también el refugio, un poco más resistente, del segundo y, envalentonado, se lanza a por la cabaña del menor de la familia. Pero, hete aquí que el pequeño de los tres, serio, trabajador y precavido, había construido una sólida vivienda de ladrillos que resiste las embestidas del lobo.

En la otra versión que ahora recuerdo, los tres cerditos se iban a la cama, uno soñaban que era rey, otro con navegar y el más pequeño de los tres, “un cochinito lindo y cortés, soñaba sólo con trabajar”.

En cualquiera de estas historias el mensaje está claro: no se debe ser ni holgazán ni presuntuoso porque sólo el trabajo bien hecho recibe su recompensa. Una enseñanza que podría venir bien para todos los niños del mundo, fuera cual fuere su religión o su cultura.

Pero, al parecer, en Inglaterra algún experto en psicología y pedagogía infantil ha llegado a la conclusión de que esta historia tan poco respetuosa con los cerdos no es conveniente para niños musulmanes.

Sinceramente, si no estuviera cayendo la que está cayendo, si no estuviéramos a punto de empezar una tercera guerra mundial porque los fundamentalistas islámicos han decidido terminar con la civilización occidental, el que unos expertos en “etnoliteratura” infantil censuren los cuentos con cerditos para no herir sensibilidades produciría risa. Pero en estos momentos, todas estas estupideces multiculturales más que risa lo que dan es miedo, pues indican que los ciudadanos europeos, para regocijo de los musulmanes radicales, no acaban de darse cuenta de que el Islam supone un peligro real para Occidente.

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