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Almudena Negro

La ética y el PSOE andaluz

En Ferraz, la idea de perder su última agencia de colocación, su feudo histórico, causa profunda depresión, incluso histeria. Saben que el 25-M se juegan poco menos que la supervivencia del partido que fundara Pablo Iglesias

A Laura Gómiz no le dolieron prendas en arrojar contra el rostro de un subordinado honrado la verdad que resume a la perfección el funcionamiento del régimen clientelar andaluz: "si me comprometiera con la ética no estaría trabajando con esta organización". Entiéndase por organización la Junta de Andalucía, patio de Monipodio del PSOE desde la Transición.  De Rodríguez de la Borbolla a Griñán pasando por Chaves. Gómiz tenía razón. La ex presidenta de Invercaria, que cesó una vez destapado el pastelazo aduciendo, como suele ser en estos casos, "motivos personales" y que ignoraba que sus conversaciones estaban siendo grabadas y acabarían formando parte del sumario judicial que investiga uno de los casos de corrupción más repugnantes de nuestra historia reciente, acertaba al afirmar que no se puede trabajar para un régimen corrupto si se tienen principios éticos. Hacerlo supone siempre, y cuanto menos, tener que doblar la cerviz, mirar hacia otro lado, trampear, hacerse cómplice o encubridor.

Decía Lord Acton que el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente, y en Andalucía, no hay institución que en estos treinta años no se haya pervertido. No está de más recordar que la alternancia pacífica en el poder es conditio sine qua non de la democracia. Empero, los andaluces, por decisión propia, no han conocido otros gobiernos más que los del PSOE que, convirtiendo lo que debería ser un gobierno en un régimen, han colocado al sur de España a la cabeza en paro y fracaso escolar, entre otros méritos.  Y, sin embargo, pese al PER, los ERE, la compra de voluntades sistemática, el férreo control de los medios de comunicación…  jamás los aires de cambio fueron tan intensos como lo son en estos momentos. El ansia de libertad puede terminar imponiéndose. De hecho, las ganas de otra forma de hacer política que se detectan en las encuestas son mucho más intensas que las que se percibían en Extremadura o Castilla-La Mancha poco antes de que el PP llegara al gobierno de dichas Comunidades Autónomas. Todo parece indicar que Javier Arenas, tal vez sea por los pelos, al fin lo conseguirá.

En Ferraz, la idea de perder su última agencia de colocación, su feudo histórico, causa profunda depresión, incluso histeria. Saben los socialistas que el 25 de marzo se juegan poco menos que la supervivencia del partido que fundara Pablo Iglesias. Andalucía es la clave de su poder. Sin Andalucía en manos de "la Pesoe", como por allí se la conoce, Felipe González hubiera sido desalojado de Moncloa tempranamente. Sin Andalucía socialista, José Luis Rodríguez Zapatero posiblemente ni hubiera llegado y, en todo caso, no hubiera gobernado más de cuatro años.

Y además, y esto los tiene en un sin vivir, sin Andalucía en manos del PSOE el Partido Popular tiene casi garantizado gobernar mucho tiempo. Demasiado tiempo para una izquierda que cree que el poder es suyo por derecho propio y que sólo admite la democracia mientras sirve a sus fines. Ese y no otro es el motivo principal por el cual sindicatos verticales, mareas verdes y rojas, indignados del "no hay pan para tanto chorizo", siempre que éste sea del PP, y estudiantes que no estudian anden tomando las calles incluso en fecha tan simbólica como el 11-M. Están desesperados intentando arañar votos. A ver si alguien se va a pensar que lo que estamos viendo estos días atrás es por la calidad de la educación, la calefacción de algún instituto, el copago sanitario, la reforma laboral o la paz en el mundo. De eso nada. Se trata de Andalucía. Para el PSOE, ganar o morir.

La Sra. Negro Konrad es periodista, comentarista político de Intereconomía TV y 13TV. Miembro del panel de Opinión de Libertad Digital. @almudenanegro

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