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Álvaro Bardón

Concertación para contar cuentos

Votemos por la Concertación, que administra bien las reformas del Gobierno militar. Cierto: no tiene programa, se corrompió y sus contradicciones son enormes. Pero mire a la derecha, asustadiza y populista, sin propuestas liberales serias tipo Sarkozy

¿Qué cuento venderemos ahora? ¿El del "modelo", el del "mercado cruel", el del "neoliberalismo", el de la "antiglobalización" o el del Consenso de Washington? ¿O el de los derechos humanos, como hacen a diario las variadas corrientes socialistas, después de que sus inspiradores predicaron y practicaron su violación durante un siglo, con 100 millones de muertos?

El de la ambigua equidad ya no da para más, y la distribución del ingreso es hoy tan mala como la de Allende, la del Estado "social" o la del pasado colonial. ¿Cómo venderemos la idea de que ahora sí funcionará el Estado socialista, y que los mayores impuestos, que también pagan los pobres, irán a beneficiarlos a ellos?

Siempre podremos culpar de todo a militares, policías y jueces, porque han sido los clásicos defensores y garantes del capitalismo, según aprendimos en los manuales del comunismo. Defendieron a la derecha con el cuento de la ley y el orden, y luego se juntaron con todos para dar el golpe que hasta Allende esperaba. En él fueron determinantes los democratacristianos, con Frei y Aylwin a la cabeza. Pero, ¿qué importa? ¡Si ya nadie se acuerda de ellos, ni de lo que piensan! Como los de la Concertación, van a tener que hacer un congreso ideológico, para saber qué son. En aquellos años –como ahora– eran más socialistas que socialcristianos a la alemana. Con razón tienen problemas con la democracia cristiana latinoamericana, otra rareza.

¿Y por qué no volvemos a tirarle mugre a Pinochet?

Bueno, es que falleció. ¿Y qué? Nosotros nunca hemos creído en aquello de descansar en paz. ¡Ni perdón ni olvido! Humanidad lesa o lesa humanidad, eso es lo que importa. Además, capaz es de haber resucitado, como el Franco del libro de Vizcaíno Casas. Con éstos, nunca se sabe. Pero sabemos que Pinochet anda suelto, y por eso ya pusimos "un juez" a investigar. En unos meses más, con toda la plata fiscal y la publicidad, podremos armar un caso y llegar a las próximas elecciones. Es lo que ya hicimos con los derechos humanos, a un costo de unos mil millones de dólares. Estos negocios funcionan bien, siempre que estén a cargo de "jueces" inteligentes, independientes y correctamente incentivados.

¿Podremos, aún, prometer obras públicas tipo EFE o canal de Chacao? ¿O impresionar al mundo comparando nuestro 11 de septiembre con la bomba atómica de Hiroshima, o destacando nuestra lucha implacable contra el calentamiento global, que hemos abordado solos, sin esperar a los países desarrollados? ¿Nos creerán a los socialistas que respetamos los derechos humanos, la propiedad, la libertad y la democracia? ¿Y que construimos esta democracia, luego de destruirla hacia 1970? ¿Y que logramos, de la nada, un notable desarrollo con "equidad" desde 1990? ¿Podremos contar cuentos sobre la eliminación del crimen y las drogas, en seguida después de quitarles las armas a los ciudadanos decentes, para facilitar el "trabajo" de los delincuentes?

Votemos por la Concertación, que administra bien las reformas del Gobierno militar. Cierto: no tiene programa, se corrompió y sus contradicciones son enormes. Pero mire a la derecha, asustadiza y populista, sin propuestas liberales serias tipo Sarkozy, y que olvidó que el nuevo Chile comenzó con Pinochet. Justo ahora que resucitó.

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