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Amando de Miguel

A vueltas con las palabras

Si los inmortales no han sabido hacer esa distinción, peor para ellos. Para mí la lengua es algo vivo, un medio para facilitar el conocimiento de las cosas.

Etsuo Tirado Hamasaki confirma que, en la jerga de los médicos, efectivamente, la "solución de continuidad" se aplica a la situación de un hueso o un tejido roto. Por tanto, "sin solución de continuidad" es, como yo decía, volver a recomponer la rotura. Francamente, será así, pero la imagen resulta contradictoria en el habla corriente. Así que lo mejor será que los médicos sigan con su jerigonza y los demás acudamos a una imagen más sencilla. Una cosa es la ruptura y otra la recomposición.

Antonio Fernández Guardiola está en desacuerdo con el uso que yo hago de "vaticinio" (= predicción de un su suceso favorable) y "presagio" (= predicción de un suceso indeseable). Según don Antonio ambas voces son intercambiables, al menos con el diccionario en la mano. Reconozco que eso es así, pero la lengua es cosa viva. No me satisface que haya palabras intercambiables. Los sinónimos perfectos son molestos. Lo mejor es buscar una adecuación de cada palabra a un significado preciso, aunque solo sea un matiz pequeño. Eso es lo que yo he hecho con las dos voces dichas. He escrito muchas páginas sobre la anticipación del futuro y me he encontrado con la dificultad de tener que hacer predicciones sobre sucesos que se desean o que no se desean. De esa forma asocio el vaticinio con algo deseado y el presagio con alguna desdicha futura. Hay textos clásicos que me ayudan a esa elección. Si los inmortales no han sabido hacer esa distinción, peor para ellos. Para mí la lengua es algo vivo, un medio para facilitar el conocimiento de las cosas. Así que seguiré con mi idea de que el vaticinio es para los sucesos favorables y el presagio para las desgracias.

Florencia Malmierca anda investigando el origen de la frase repetida "Ladran, Sancho, luego cabalgamos". Creo que ya me he referido alguna vez a esa misteriosa expresión popular. Desde luego, nada tiene que ver con el Quijote. Por eso, mejor será dejarla en "Ladran, luego cabalgamos". La cosa quizá venga de algún romance antiguo. Su origen preciso sigue siendo un misterio. Tampoco hay que averiguar el origen cierto de todas las palabras y frases. En este caso se trata de una expresión feliz para indicar que, por mucho que digan los demás, nosotros vamos a lo nuestro, haciendo oídos sordos de habladurías y críticas. A mí, desde luego, me va de perillas.              

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