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Amando de Miguel

A vueltas con los verbos

Veo que mi humilde reconocimiento del verbo testar como "probar, hacer unas pruebas, verificar" no lo aceptan muchos lectores. Vaya por Dios. Tampoco me entusiasma a mí (y perdón por la forma reduplicativa), pero la realidad se impone. Que conste el hecho de que yo no suelo recurrir al odioso verbo, pero se me cuela por todas partes. José Luis Cerrillo, de Valencia, propone “probar” o “comprobar”. No está mal, pero no es exactamente lo mismo. La acción de testar implica un procedimiento científico, o por lo menos sistemático, para hacer unas pruebas dentro de un proceso técnico.
 
Con mucha gracia, Jesús Miguel González comenta: “Usted dirá lo que quiera, pero a mí me suena mejor probar que testar, y prefiero que me prueben a que me testen. Esto último incluso suena innecesariamente glandular”. Hombre, no lo había pensado; tiene razón. Pero tampoco me gusta mucho que me prueben, me comprueben o me reprueben.
 
Domingo-Antonio Díaz propone que testar siga reservándose para los testamentos y que vayamos a testear para realizar test. No va a cuajar.
 
Hablando de verbos, a José Luis Martínez Tordesillas se le “eriza el cabello”, nada menos, cuando oye el verbo denostar conjugado como regular (“yo denosto”). Es claro que es un verbo irregular (“yo denuesto”), pero hay escritores preclaros que se inclinan por el uso regular. Tengo una duda. ¿Se debe decir “yo reposto” o “yo repuesto” en una gasolinera? Es correcto lo de “yo apuesto”, pero “yo repuesto” suena un poco duro. Espero que algún lector me dé su parecer.
 
A don José Luis Martín Tordesillas le suenan mal algunas expresiones reduplicativas como “no sabe nada, no he estado allí nunca, o el terminante oxímoron para siempre jamás”. Lo curioso es que continúa la frase: “y no digo nada si entrásemos a examinar los modismos, muchos de ellos regionales”. Ese “no digo nada” es otra forma reduplicativa que emplea con toda naturalidad el amigo Tordesillas. (Con ese apellido ya puede presumir de castellano viejo). La lengua castellana tiene esa particularidad, que necesita reafirmar muchas expresiones: “sube arriba, lo vi con mis propios ojos, te quiero con toda mi alma”. Es un recurso que tiene su gracia. No hay que aplicar la lógica científica. “Tú no sabes nada” no quiere decir que “sabes algo”, sino que “no sabes” de forma fehaciente. Por cierto, la figura de la que estamos hablando no es un oxímoron. El oxímoron (a los gramáticos les gustan las palabrejas) es la aparente contradicción entre dos significados. Por ejemplo, un “clamoroso silencio”. Es cosa de poetas, aunque poetastros somos todos. “Poesía eres tú”.
 

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