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Amando de Miguel

Aciago se presentaba el reinado de Witiza

A los españoles no nos gusta reconocer que tenemos problemas. En todo caso, los problemas lo son porque los debe resolver el Gobierno.

Así comenzaba el capítulo sobre la invasión musulmana en España de un ingenuo manual escolar de Historia. Para el examen era preceptivo recordar la frasecita, que resumía toda una interpretación del cambio de época de entonces. En aquel tiempo los reyes visigodos se encontraban preocupados por los problemas de los levantiscos condados del norte e ignoraron que la amenaza real provenía del sur. Ahora sucede algo parecido a mil trescientos años de distancia. Se dice pronto. Seguimos con el mismo temor de la secesión de catalanes, vascos, navarros y gallegos, pero el peligro asoma por la invasión africana y asiática. Algunos mandamases ordenan: "¡Que se cierren las fronteras!". Qué ingenuidad. Los invasores ya están dentro, como lo estaban en tiempos de Witiza.

El problema del pobre Witiza fue que el Estado visigodo (una réplica del Imperio Romano sin obras públicas) se disolvía por las luchas intestinas entre las distintas baronías de entonces. Apliquemos la lección histórica. Nos dimos en su día un confuso y angelical Estado de las Autonomías (contradicción donde las haya). Nos salió rana. Ahora ya no hay quien detenga la escoba del aprendiz de brujo, el simpático ratón Mickey.

No vale conformarnos con el diagnóstico de que "son días complicados" los que nos aguardan. No señor. Son bien sencillos, solo que difíciles, que no es lo mismo. Qué manía, la de rebajar las dificultades en complicaciones para quedarnos tranquilos. A los españoles no nos gusta reconocer que tenemos problemas. En todo caso, los problemas (paro, corrupción, etc.) lo son porque los debe resolver el Gobierno. Más taumaturgias y demiurgias no, por favor.

Otro sesgo tranquilizador consiste en suponer que los problemas todos tienen solución. Acuérdense de ciertos problemas de las Matemáticas de bachillerato: realmente carecían de solución o tenían múltiples soluciones. Constituían una verdadera pesadilla. Pues lo mismo pasa en la vida, en la privada y en la pública. Hay conflictos que sencillamente no se van a poder resolver. Ya lo dijo el metafísico Ortega: el problema de Cataluña solo cabe "sobrellevarlo". Y ya es bastante.

No es cierto que los pobres avestruces escondan la cabeza cuando otean un peligro. Se trata de una leyenda inmisericorde. Una conducta tan irracional solo es propia de los humanos. Un ejemplo reciente. Ante el ataque terrorista masivo en París las respuestas son así de irracionales: se condenan los ataques, se posponen las actividades políticas, se asegura que "todos somos franceses" (excluidos los terroristas). Son formas de esconder la cabeza. Los más osados aseguran que "esto es una guerra", pero los Ejércitos no hacen nada en consecuencia. Se sigue pensando que ante el terrorismo basta la Policía, una fuerza interior. Como mucho, se insinúa que van a colaborar las "policías" de los distintos Estados. No, si acabarán descubriendo el Ejército. Las frases hechas indican la resistencia a pensar. Las frases hay que hacerlas. Tal operación no es complicada; es difícil.

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