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Amando de Miguel

Aforismos: cada uno ve la feria…

Toda conclusión es relativa y admite excepciones. Esta también.

En las memorias de ambiente bélico los que matan son siempre los enemigos. En la memoria histórica de la Guerra Civil, los crueles son los del otro bando.

En todo tipo de negociaciones, quien da cuenta de ellas hace ver que cede; el adversario chantajea o va a lo suyo.

El árbitro siempre es parcial para el que pierde el partido de fútbol.

Los billetes falsos son los que más circulan, al igual que las personas o las ideas falsas. Nadie quiere quedarse con ellas.

Las personas que no entienden una papa de inglés detestan a los ingleses y los norteamericanos.

Al ladrón lo quieren siempre mucho sus herederos.

En las gangas y rebajas quien más gana es el que parece que pierde: el comerciante.

Antes del sorteo, el número de la lotería que uno juega siempre es bonito.

Ninguna discusión se acaba con la frase de uno de los contendientes: "Tienes toda la razón".

Tener mala conciencia es cosa buena.

La forma más divertida de racismo es afirmar que uno no es racista.

La forma más retorcida de fascismo es creer que los que no piensan como uno son "fachas".

Las personas que se consideran de izquierdas tienen claro que sus ideas son progresistas. No hay por qué.

Solo pagan todos sus impuestos las personas que no pueden evadirlos.

Solo los tontos o los soberbios (que vienen a ser lo mismo) sostienen que "no quiere decir no, y punto" o algo por el estilo.

Cuando se inventa un arma nueva (la dinamita, el carro de combate, la bomba atómica, el escudo antimisiles, los drones, etc.), se espera que vaya a disuadir de ulteriores guerras. Tonterías.

No es verdad que los políticos se guíen ante todo por el interés público. Si así fuera, no habría partidos políticos y, de haberlos, se entenderían muy bien entre ellos. Claro que lo peor es que no hubiera partidos políticos.

A los ateos no les conviene que exista Dios, y no se atreven a decirlo. Pero no pueden persuadir de lo que para ellos no existe. Por eso a-teo equivale a sin-Dios. Vamos, que no hay manera de prescindir de Dios.

Jurar que uno va a decir "la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad" (como vemos en las películas) parece una gran estupidez.

El placer de la victoria es subsidiario de otro más intenso y oculto: el de derrotar al enemigo, al contrincante.

Si en el discurso de un político se repite muchas veces la palabra importante es que todo eso le importa muy poco.

Toda conclusión es relativa y admite excepciones. Esta también.

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