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Amando de Miguel

Alhelíes e israelíes

Del tronco común hebreo-árabe nos vienen una serie de patronímicos o gentilicios que nos resultan familiares. Por ejemplo, “alauí, chií, israelí”. Es preferible esa desinencia, aunque parezca exótica, a la de “alauita, chiita, israelita”, que se oye con mucha frecuencia. El plural se forma naturalmente como en “alhelí”, que también viene del árabe, quién sabe si no de más lejos. Es decir, lo mismo que decimos “alhelíes”, habrá que pronunciar “alauíes, chiíes, israelíes”. Suena peor “alauis, chiis, israelís”, que también se oyen. Debe quedar claro que “alauí” se refiere a la dinastía reinante en Marruecos. Los nacionales de Marruecos son marroquíes (no marroquís).

Tiene más fundamento decir “israelitas”, pero ese gentilicio queda mejor para referirlo a los judíos históricos, por ejemplo, los de la Biblia. Un sinónimo puede ser “hebreos”, pero indica mejor los que hablan esa lengua, o al menos les resulta familiar. “Israelita” es más bien una asignación religiosa, como “católico” o “hindú”. En cambio, los “israelíes” se aplica mejor a los nacionales del actual Estado de Israel, algunos de los cuales pueden ser cristianos, musulmanes o agnósticos.

Lo de los gentilicios no está resuelto. Lo mejor será seguir la costumbre, aunque se pierda exactitud. Por ejemplo, todos nos entendemos si decimos “el primer ministro inglés u holandés”. No es cuestión de recordar que Inglaterra es solo una parte del Reino Unido u Holanda una parte de los Países Bajos.

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