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Amando de Miguel

Conflictos de lenguas y culturas

Francamente, me congratulo de coincidir por una vez con una destacada feminista; claro que es alemana. No estaría mal que las feministas españolas transitaran por esa vía de razonamiento.

Transcribo parte de la interesantísima misiva de Josep María Beroy: “Sr. Amando de Miguel, aunque discrepe en ocasiones de sus ideas, suelo disfrutar mucho con sus artículos… Hasta ahora, he de reconocerlo, me había parecido en cierto modo lógico que en Catalunya existiera la inmersión lingüística en catalán… Como hijo de emigrantes que soy, tengo el castellano como lengua materna (cosa de la que me siento muy orgulloso) y hablo el catalán perfectamente (cosa de la que también me siento y sentiré orgulloso). Como padre, quiero que mi hijo conozca ambas lenguas, y que las conozca bien, cosa que me va a costar, porque el sistema educativo catalán trata de convencernos de que el uso del catalán es primordial y que el castellano ya lo aprenderán los niños hablando con sus amigos o viendo la tele. Empiezo a comprobar en carne propia que este sistema no garantiza en absoluto el igualitario conocimiento de ambas lenguas y soy consciente de que a usted seguramente esto le parecerá como descubrir la sopa de ajo. Estoy meditando el sentido de mi voto en las próximas elecciones, y creo que esta vez no será nacionalista”. Bien, quien tenga entendederas que entienda.

Carlos Calvo (Mallorca) se queja amargamente: “¿Qué esperanza nos puede quedar si un partido como el PP fomenta e impone, sin miramientos y sin tener en cuenta la opinión de sus votantes, la odiosa inmersión lingüística en Baleares?... Exijo que mis hijos sepan español [en la enseñanza]… ¿A quién he de votar?”. Toma nota Jaume Matas y contesta a tu pueblo, que para eso te vota y te paga.

Albert Fabregat (Tarragona) se refiere a un artículo mío: “Como usted asegura, el tema catalán le astía [sic]. Como lector suyo, preferiría que, si tanto le cansa, no tocara el tema… Soy más feliz cuando le leo disertando sobre la lengua castellana”. Lo siento, don Albert, aunque me hastíe esa repetida admonición de que no tengo que escribir sobre la lengua catalana, seguiré haciéndolo siempre que se tercie. Verá usted, la lengua catalana también es española. El idioma castellano no se puede entender sin la presencia del catalán, del vascuence o del gallego, entre otros. Es más, hoy no se puede comprender sin el inglés y siempre sin el latín.

O. Mene (supongo que desde Alemania) aporta un dato interesante a propósito de la intervención que yo tuve en un programa de debate en TVE. Mi idea era sobre el peligro de la violencia racial a cargo de ciertas minorías de inmigrantes musulmanes fanatizados. La observación de O. Mene reza así: “Las mismas afirmaciones que hace usted, las hace en Alemania una tal Alice Schwarzer. Esa mujer editora de la revista feminista Emma (columnista y sobre todo representante de la guardia revolucionaria del 68) precisamente defiende que la causa de la revuelta [francesa] está en la base machista de la juventud basada en el Islam. Convendría estudiar esa reflexión y mostrársela a las personas progres que tanto le atacaron”. Francamente, me congratulo de coincidir por una vez con una destacada feminista; claro que es alemana. No estaría mal que las feministas españolas transitaran por esa vía de razonamiento. Por ejemplo, es fácil imaginar que, de seguir las cosas como están, llegará el día en que algunos escolares musulmanes en España exijan que las profesoras sean sustituidas por profesores. ¡Oh! ya sé que se trata de una exageración. Pero ¿y si sucediera una cosa así? Más sencillo. ¿Y si las bandas terroristas de jóvenes musulmanes en España incendiaran coches o comercios? Bueno, ya sé lo que pasaría. Los medios progresistas dominantes dirían que los jóvenes no son terroristas sino “radicales”, todo lo más “violentos”. Se comentaría igualmente que “no todos los musulmanes son violentos”. Lo cual no deja de ser una sinsorgada, pero se repetiría con la mayor seriedad. Lo que es más grave, los que se quejaran de esa situación, serían motejados de “fascistas”, “fachas”, “el facherío”. A la feminista alemana habría que decirle: “España y nosotros somos así, señora”.

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