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Amando de Miguel

Contaminación sónica

Es decir, el ruido. Cuando es música, se trata de la que uno no elige, la que le imponen. En septiembre se celebran muchas fiestas de los pueblos. Es la tradición rural de la recogida de la cosecha. Hay muchas iniciativas festeras. La que no falta es el ruido, con preferencia nocturno. Vivo en Pozuelo. Pues bien, la música (por decir algo) de las fiestas de Majadahonda atraviesa más de un kilómetro. Llega hasta mi ventana, la atraviesa sin romperla ni mancharla, perfora mis tímpanos, se aloja en el cerebelo. Lo curioso es que somos poquísimos los vecinos que protestamos. Por si fuera poco, los cohetes y petardos, ruido que excita a los perros. Los ladridos en cadena acaban con uno. Son las delicias suburbanas.

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