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Amando de Miguel

Correcciones fraternas

Mil años de Historia de una nación (aunque sean quinientos) no pueden dilucidarse en un referéndum. Razón tiene el vasco Santiago Abascal.

Agradezco mucho las correcciones de mis errores o erratas que me envían los diligentes libertarios. Me sirven para aprender, para pensar y para matizar mis afirmaciones. Eduardo Fungairiño no está muy acorde con mi afirmación de que no existen colonias en Europa, más que la de Gibraltar. El eminente jurista lista una serie de bases extranjeras que han existido en la Europa del siglo XX. No obstante, no creo que esas bases o enclaves hayan tenido el estatuto tan claro de colonia como tiene Gibraltar. Don Eduardo se queja de que se siga diciendo "¡Gibraltar español!" sin que los recientes Gobiernos españoles hayan hecho nada para reducir las condiciones de la colonia a los términos del Tratado de Utrecht. Hasta les facilitamos piedras para que amplíen el territorio en las aguas españolas.

Roberto J. Monroy me echa en cara que yo emplee la expresión "Estado central", cuando esa realidad no existe. Tendría que haber dicho "Gobierno central". Tiene toda la razón. Hay un Estado sin más con un Gobierno central y los de las respectivas regiones.

Juan Ponce es mucho más radical que yo en el asunto de la llamada política antiterrorista del Gobierno central. Don Juan sostiene que no hay tal "lucha", como indica precisamente la reciente y escandalosa excarcelación de un preso con cáncer. Califica esa acción de "vergonzosa, cobarde y oportunista". Don Juan disiente parcialmente de mi tesis sobre la decepción de los votantes del PP. Él no ha votado a ese partido porque considera absurda la ley electoral.

José Luis Martín Tordesillas me envía un minucioso alegato contra el proyecto de Constitución del que yo hablaba aquí. Su posición tampoco contradice mucho la mía, pero es mucho más radical. Opina que los "inadmisibles privilegios medievales", contenidos en la Constitución de 1978, para las Vascongadas y Navarra han sido un engaño con premeditación. Su idea es que en el nuevo texto constitucional se arbitre algún sistema de referéndum para que las regiones que quieran separarse puedan hacerlo. Mi opinión era que el tal referéndum debía ser para que votaran todos los españoles. Hablando después con Santiago Abascal (junior), me ha convencido de su argumento A saber, mil años de Historia de una nación (aunque sean quinientos) no pueden dilucidarse en un referéndum. Razón tiene el vasco.

Pedro Manuel Araúz comenta mi crítica sobre la llamada telebasura. Su opinión es todavía más radical: "Deberían cerrarse por decreto al atentar contra la salud pública". Hombre, no diría yo tanto, más que nada porque ese tipo de decreto se podría aplicar a otros medios.

Francisco Moreno Doncel discrepa de mi afirmación sobre la creciente pérdida de legitimidad del PP por la política seguida en estos últimos meses. Tiene razón don Francisco; el PP tiene toda la legitimidad democrática del mundo. Yo me refería a otra acepción de la palabra, la más vulgar. Consiste en registrar las opiniones de muchos votantes del PP con los que me relaciono. El tono general del sentimiento que expresan es que, de seguir así las cosas, no volverán a dar su voto a ese partido. Puede que sea solo una rabieta, un desahogo, pero la realidad que observo es la que cuento. Naturalmente, mi muestra es poco científica.

Olmos me critica el uso que hago de la voz cuatrillones para referirme al número de comunicaciones que se establecen en todo el mundo a través de los teléfonos móviles y otros artilugios electrónicos. Tiene razón; es una exageración. La explico. Realmente no era mi cálculo sino el de un artículo de una investigadora norteamericana. Realmente ella hablaba de "quintillones". Lo traduje por cuatrillones en vista de la confusión que existe entre el billion norteamericano y el billón europeo, desde luego, el español. Me pasé, o mejor, se pasó la autora reseñada. Es igual, la idea es que son innúmeras las comunicaciones a través de las redes sociales.

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