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Amando de Miguel

Crema catalana

Encuentro a muchos lectores verdaderamente irritados por mis presuntos ataques a la lengua catalana o a Cataluña. Hay que ser imbécil para atacar a un idioma o a un pueblo. No creo que pueda ser yo tan miserable. Intentaré explicarme una vez más. Para empezar, personalmente considero que el gallego, el vasco o el catalán son parte de mi patrimonio cultural, además del castellano, que es mi lengua materna.
 
Pedro Andreu echa en cara a los castellanoparlantes que no pronunciemos la elle final de Maragall. Qué le vamos a hacer. En castellano no suele haber palabras terminadas en elle, por lo que ese sonido nos resulta difícil. Por lo mismo nos cuesta pronunciar la ese líquida (Spain). No es ningún desdoro. A muchos canarios, andaluces e iberoamericanos les da pereza pronunciar la zeta. No por eso dejamos de entendernos. Es absurdo pretender que todo el mundo maneje todos los sonidos posibles.
 
Francesc Xavier Gómez Expósito se molesta en enviarme una larga misiva a pesar de que “(usted) no suele ser Santo de mi devoción”. Don Francesc Xavier es un producto de la normalización lingüística catalana. Estudió en un colegio con “inmersión lingüística” y se siente orgulloso de tal hazaña. “Jamás he dado clases de ninguna materia en Castellano”. Solo Ciencias Naturales, porque al profesor “Don Severiano, pobre, le daba algo de vergüenza hablar en Castellano”. Con sus padres habla castellano y gallego. “Jamás he increpado a una persona por no dirigirse a mí en el idioma que yo quiero y no cambio de lengua por el hecho de que la otra persona se dirija [a mí] en una diferente [a la mía], si yo sé que el interlocutor entiende la mía”. He corregido las faltas gramaticales de las citas, aunque respeto el capricho de las mayúsculas. Él mismo reconoce que no sabe escribir bien el castellano. Mérito tiene si nunca se lo enseñaron. Espero que mi corresponsal tenga un buen trabajo, pues fuera de Cataluña, en España, sería difícil que encontrar un empleo proporcional a sus conocimientos, visto que el castellano no lo sabe escribir. Siento lo que él no siente, que ha perdido una lengua de comunicación internacional cuando era la familiar.
 
Ramón Guillón Barrera, de San Joan d’Alacant, me envía un verdadero memorial sobre la lengua catalana. De lo escrito por mi, deduce que considero “la lengua catalana como una lengua de segundo orden” y que la “tildo de carácter local”. El hombre me proporciona una lista de autores que son glorias de la Literatura catalana, desde Joanot Martorell hasta Terenci Moix, Josep Pla, Baltasar Porcel y “un larguísimo etcétera”. Mi querido corresponsal: no tiene usted que demostrar que ha habido una larga serie de autores que han escrito en catalán. Le advierto, sin embargo, que casi todos han escrito también en castellano. Es una decisión coherente con la realidad social. No es que el catalán sea de segundo orden moral o estético. Simplemente, el castellano tiene mucha mayor difusión en el mundo. Los autores que escriben en castellano se ven mucho más traducidos a los otros idiomas de comunicación internacional que los que escriben en catalán. La Literatura catalana es muy notable, pero la castellana o española lo es mucho más. Repito que no hay ninguna superioridad moral o estética en esa comparación. La verdad es que las Literaturas francesa, inglesa o alemana son todavía más influyentes en el mundo que la castellana o española. Esa afirmación no es ningún demérito para mi lengua materna. Todas las lenguas son estimables, especialmente para sus hablantes.
 
 

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