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Amando de Miguel

Cuestiones gramaticales

Tengo que repetir una vez más que no soy gramático ni nada que se le parezca. Comento encantado las cuestiones gramaticales que me suscitan los libertarios curiosos, pero mis consejos no pueden ser prescriptivos ni terminantes. Se basan solo en la experiencia, el oído. Antes que escritor, soy lector. Así pues, admito con gusto todas las correcciones que puedan hacerme los libertarios más doctos. Perdón si soy tan reiterativo.
 
En Madrid se va a inaugurar El Escorial del siglo XXI, quiero decir, la nueva terminal del Barajas. Después de gastarse más de 6.000 millones de euros, con un diseño arquitectónico sublime, viene el minúsculo remate del nombre. ¿Cómo llamar al coloso? Podría ser la Puerta de Madrid o de Hispania. Cualquier cosa menos “Barajas” que da una inquietante sensación de aleatoriedad. (Claro que peor es “Los Rodeos”, “Villanubla” o “Matacán”, nombres de otros aeropuertos). De momento el nombre propuesto cumple la especificación de los acrónimos de tres letras, que son los que dominan. Así que los lógicos de la logística han dado con el marbete: NAT: Nuevo Area Terminal, según leo en La Razón (18 de octubre de 2005). El problema es que tanto “área” como “terminal” son femeninos. Así pues, esperamos de los logistas que por lo menos digan “Nueva Área Terminal”. Bien es verdad que lo de “área” sobra, pues en la gigantesca terminal habrá todo tipo de áreas (aparcamiento, comercial, equipajes, etc.). Lo de “nueva” es una adjetivación efímera. Recuérdese lo de “Nuevos Ministerios”, que ya son viejos. En la práctica se llamará “Terminal 4” o “la Gorda”, pues hay otras tres más pequeñas. Añádase Torrejón a un tiro de piedra.
 
Juan Villaro Mañes me reprende por mi sugerencia de que podríamos eliminar las tildes de más, , , aún, qué y otras palabras que excepcionalmente las llevan. Tiene razón don Juan. A veces me paso de libertario. Lo pienso un poco y me quedo con esa liberación de la tilde en el adverbio “solo” y en los pronombres demostrativos (este, ese, etc.). La razón es que en esos dos casos la Real Academia me da permiso. Por lo demás hay que ser muy comedidos para no caer en la tentación de reformas ortográficas personales y caprichosas. Recuérdese la del licenciado Correa en el siglo XVII o la de Juan Ramón Jiménez en el XX. En una línea parecida se sitúa ahora la manía de sustituir la C o la Q por la K en los sonidos equivalentes. Es una completa patochada por mucho que se invoque (que no se invoca) la autoridad de Correa, catedrático de Salamanca. A sí mismo se puso Korrea, pero no cuajó.
 
Guillermo Villacorta Gómez se exaspera con el abuso de la preposición desde que se hace en la parla oficial y en los medios. Tiene razón. No transcribo los ejemplos para que no se nos queden. Recordemos solo que desde vale para expresar una distancia física.
 
Carmela Moreno se pregunta por qué en las palabras latina se pone tilde, cuando la precisa según la fonética castellana. En cambio, no se sigue la misma regla con las provenientes del inglés. Ejemplos: currículum, parking. Para mi gusto yo pondría párquin. Por cierto, el DRAE no trae esa voz (sí la de parquímetro), ni tampoco parking. Se nota que los inmortales van en taxi a la Academia. Seguramente les abonan el recibillo. A los taxistas les encanta esa molestia del recibillo porque así redondean las propinas.
 
Xosé Nel Caldevilla insiste en que se abusa mucho del pronombre en construcciones como “No me lo he leído. ¿Tú te lo has leído?”. ¿Qué quiere que le diga, don Xosé Nel? A mí no me repele tanto ese énfasis. Bien es verdad que, si se repite, cansa. Pero no veo que sea una aberración.
 
Decía yo aquí que el recurso a un pronombre “reduplicativo” (estrictamente innecesario) puede dar a algunas frases un interesante matiz emotivo. Por ejemplo, “este niño nomecome nada”. Guillermo Villacorta Gómez asegura que “la palabrareduplicativono existe”. ¿Cómo que no existe si yo la utilizo? No yo, sino cientos de doctores conmigo. El Diccionario de Seco dice que “reduplicar” es tanto como duplicar o redoblar, repetir, especialmente una palabra. Pone el ejemplo de “café café”, tan expresivo. Además, en Filosofía la “proposición reduplicativa” es la repetición de uno de los términos con la expresión “en tanto que”.

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