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Amando de Miguel

Cumplidos y eutrapelias

Me llama la atención la reciente popularidad de la despedida "¡Feliz Navidad!". Ha sustituido con eficacia a la tradicional de "¡Felices Pascuas!". Se trata de un anglicismo, uno más.

Estos días navideños se prestan a toso tipo de expresiones de felicitación, de fiesta y alegría, de reuniones familiares (que a veces no son tan pacíficas como se preveían). Me llama la atención la reciente popularidad de la despedida "¡Feliz Navidad!". Ha sustituido con eficacia a la tradicional de "¡Felices Pascuas!". Se trata de un anglicismo, uno más. En nuestra tradición, la Navidad es algo más que un día, es una sucesión de ellos: Lotería, Nochebuena, Navidad, San Esteban (esta para los catalanes), Nochevieja, Año Nuevo (con el concierto de Viena y el espectáculo del esquí), Reyes. Lotería del Niño, Pascua Militar. Todo eso junto compone las Navidades, en plural, o las Pascuas. Por eso tenía más sentido la despedida tradicional. Pero ¿qué le vamos a hacer? Una vez más, se impone la importación. La verdad es que la Navidad y sus símbolos se han convertido en una fiesta universal. Incluso algunos símbolos que parecen paganos (Santa Claus, el árbol, las luces) tienen una raigambre cristiana. Está bien la idea de que la felicidad sea un deseo. Lo extiendo a todos los libertarios. Que el año centenario de la Constitución de Cádiz sea propicio.

Como estamos aquí para buenas noticias y felices encuentros, me remito al mensaje que me envía Jesús Romero. Nos conocimos en el vestíbulo de un hotel y, no sé por qué, nos caímos muy bien. Cada vez creo más en la primera impresión que nos produce otra persona. Suele ser un sentimiento recíproco. En el amor se llama flechazo; es una buena intuición. Don Jesús también cree en las sincronicidades o casualidades de Jung. Van introducidas en mi última novela (Judíos en la ciudad de los ángeles) que don Jesús ha leído con placer. Esa lectura la ha hecho en contra de su hábito de solo leer autores que han fallecido. Hombre, no hay que ser tan radical. Hay también clásicos vivos. Tengo que apuntar que lo de las sincronicidades es todavía más central en mi novela anterior (Historia de una mujer inquieta). Es algo que me fascina, al igual que el origen de las palabras. Las dos cosas van muy unidas. En ambos casos se percibe lo que de extrarracional hay en la cultura. Digo lo de extrarracional porque no tiene por qué ser irracional.

Agustín Fuentes, tan peleón él, como es Navidad, me envía el primer chiste de la nueva era rajoyana. (Propongo ese término en lugar de marianista). El chiste es como sigue:

Un señor va a hacer la compra al mercado y le dice a la frutera:

─¿Me da dos kilos de tomates y me enseña las tetas?
─¡Qué dice usted, hombre!
─Que si me da dos kilos de tomates y me enseña las tetas.
─Pero, ¿cómo se atreve?
─A mí me han asegurado que con el PP va a haber mucha confianza en los mercados.

Creo que la esencia del chiste está en la polisemia de las palabras. En este caso "la confianza en los mercados" puede significar varias cosas. Esa es la gracia del habla. Auguro que este año nuevo nos va a traer muchas polisemias en el politiqués. Prepárense los nuevos altos cargos.

           

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