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Amando de Miguel

Desencantados del PP

Sigue siendo un misterio por qué los alemanes van a prestar ingentes cantidades de dinero a los Bancos que están prácticamente quebrados. ¿Por qué no se presta a muchas empresas que podrían salir adelante con menos esfuerzo?

El fenómeno es asaz curioso. No se trata de algo tan previsible como la crítica que pueda hacer la izquierda al Gobierno del PP. Lo que maravilla es la contumacia de las críticas al PP por parte de personas que lógicamente han votado a ese partido o que nunca votarían a la izquierda. En esta seccioncilla compete recoger los comentarios de algunas de esas personas, basados en el uso del lenguaje, tanto del contenido como de la forma. Es evidente que detrás de las palabras están las ideas.

José María Escuder me envía un divertido apólogo en el que se narran las vicisitudes de la dueña de un bar. Todo consiste en dar crédito a sus clientes para que paguen cuando se hagan las cuentas. El negocio va bien, aunque de momento no paga nadie. Los proveedores se fían de la dueña del bar, quien promete pagar en cuanto haga las cuentas con los clientes. El Banco ve que el negocio prospera y concede un generoso crédito a la dueña del bar. Hasta que un día todo se viene debajo de golpe. Todo el mundo debe dinero a todo el mundo y nadie paga. El castillo de naipes se derrumba. Don José María concluye que ese relato es una parábola de lo que ha pasado a la economía española. "Con los impuestos de los ciudadanos inocentes los Gobiernos han tapado el agujero financiero creado por la estupidez de los Bancos". Es evidente la moraleja para entender el lío actual del rescate a Bankia y a los otros Bancos no malos sino pésimos. Añado que sigue siendo un misterio por qué los alemanes van a prestar ingentes cantidades de dinero a los Bancos que están prácticamente quebrados. ¿Por qué no se presta a muchas empresas que podrían salir adelante con menos esfuerzo?

Más mordaz es todavía Pedro M. Araúz, quien se confiesa votante del PP "por puro instinto de supervivencia y los desmanes del rojerío rampante, y no solo económicos. Pero este Mariano (Rajoy) es nulo". Como puede verse, no son necesarios largas perífrasis. La conclusión es que estamos ante una masa votante del PP que más bien actúa así como rechazo del Gobierno socialista.

El más verboso (como siempre) es Agustín Fuentes. Me envía un larguísimo memorial de agravios contra el PP, aunque él no se considera de izquierdas.  En primer lugar critica la actual reforma educativa. A través de ella "uno puede ser estudiante eterno, o casi, porque cuesta poco". Recuerda sus tiempos de estudiante universitario en los que era impensable que un becario suspendiera la mitad de las asignaturas. Relata luego un catálogo de entes públicos inútiles, como el Centro Internacional de Cultura Escolar. Está también la Junta de Personal Docente No Universitario. Incluso hay también una "Cárcel del Partido", que es una especie de museo. Todos esos entes los ha visto en un pueblo perdido de Castilla. Critica la reacción presuntuosa de Rajoy, contento de haber salvado al euro, con el país hecho unos zorros. En cambio, "la Frau" (Merkel) fue mucho más clara al afirmar que "no hay prestación sin contraprestación". Aludía al famoso rescate, que en España se presenta sin "condicionalidades" (el nuevo palabro). Don Agustín razona que los Bancos españoles van a estar "bajo control foráneo" mientras sigue "el mismo expolio continuado al contribuyente".

Con no menor mordacidad, Gerardo García se pregunta cómo es que el Gobierno no quiso exigir a Rato lo mismo que a su sucesor. La explicación está en que a Rajoy le interesa más librarse de sus posibles rivales (Rato o Aguirre) que de resolver los problemas nacionales. Añado que se podrían agregar los casos de Cascos, Acebes y otros.

No entro ni salgo en el contenido de las críticas expuestas. Simplemente me fijo que en todas ellas hay una interpretación opuesta de las palabras dichas por el Gobierno. Detrás de las metáforas y circunloquios hay verdaderos intereses. El lenguaje político no es tan neutral como parece.

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