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Amando de Miguel

Desmemoriados

Un efecto inesperado de la difusión de la imprenta, hace 500 años, es que la gente empezó a despreciar la memoria. Hasta entonces había sido una cualidad admirable. Los libros abundantes suplían con ventaja a la memoria individual. Entramos ahora en la vuelta definitiva de ese camino. La memoria es la cualidad de las máquinas, sean ordenadores, calculadoras o teléfonos. Ya no hay que recordar nada. Al no ejercitarla, la memoria humana se pierde. Los jóvenes actuales ya no saben recitar un poema, ni recuerdan la tabla de multiplicar. Los niños de ahora perderán incluso el alfabeto. Es una tragedia.

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