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Amando de Miguel

Desvaríos nacionalistas

Bueno, ahí lo tienen, un nacionalista catalán, espécimen que detesto, más que nada porque hace mucho mal a Cataluña y a la sindéresis. Amo a Cataluña, como parte de España que es. Desde luego, no me sobra Cataluña.

No para la corriente de encendidas emilias que me envían los corresponsales nacionalistas. Por ejemplo, la de Roger Almirall. Entresaco algunos párrafos más amables: "Don Amando, don Amando. Sigue usted empeñado en su campaña anticatalana [...] Vivió usted aquí, signó el famoso manifiesto [de 1980], juntamente con Jiménez Losantos, lo cual no es para ponerse medalla alguna [...] Ya sé que a usted casi todo lo que se refiera al catalán como lengua, al catalán como persona perteneciente a la nación catalana y al catalán como forma de pensar e identificarse, le produce urticaria. A usted y al Jiménez Losantos [...] No somos los nacionalistas los que necesitamos odiar. Simplemente nos sobra España".

Bueno, ahí lo tienen, un nacionalista catalán, espécimen que detesto, más que nada porque hace mucho mal a Cataluña y a la sindéresis. Amo a Cataluña, como parte de España que es. Desde luego, no me sobra Cataluña. No creo que haya una "forma de pensar" catalana. ¿Será la de Carlos Barral, la de Josep Pla, la de Sálvador Pániker?

El "contumaz adalid del nacionalismo catalán" (la ironía es suya), Oscar Prats, me propicia estos juicios:

  1. "La calidad de sus argumentos va de mal en peor [...] A ver si le damos más a la materia gris, señor De Miguel",
  2. "El odio es la otra cara del amor. Son contrarios que se necesitan para existir, y como yo nunca he amado [a] España, pues difícilmente puedo odiarla".
  3. "Si acaso, para ayudarle a entender el sentimiento [hacia España] lo que puede existir es el asco. Siento asco de oír lo que la mayoría de ustedes [¿los de LD?] dicen [...] Y entonces, ¿por qué les leo? Por tres motivos:
    1. Hay que saber lo que piensan los otros.
    2. Es un morbo divertido.
    3. Intentar que nos comprendan, aunque ya veo que no tengo mucho éxito en este último motivo".
  4. "Eso sí, a nivel de negocio, felicidades a la COPE, LD, El Mundo. La estrategia para ganar pasta es cojonuda"

José María Carrera comenta: "Le animo a que siga con su sección. ¡Ah! Intente publicar más cartas de nacionalistas acomplejados que son la mar de divertidas". Haré lo que pueda.

Dolores Lucía me cuenta su situación, víctima de la locura nacionalista. Su marido es sueco y ella castellanoaragonesa. Tienen una hija de 16 años que ha hecho la enseñanza primaria y parte de la secundaria en Aragón. Habla el castellano, el sueco, el inglés y el francés. Ahora la familia ha tenido que trasladarse a Cataluña. El panorama es desolador. A la hija de doña Dolores solo le cabe entrar en un instituto extranjero, muy caro y con pocas posibilidades de matricularse. Doña Dolores se lamenta de la "esquizofrenia cultural" de Cataluña. Los hijos de los ricos sí llegarán a dominar el castellano, mientras que la mayoría se quedará sin saber bien ningún idioma. Aun así, doña Dolores espera salir adelante.

Josanz me envía la siguiente apreciación:

Segons l'Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat), si Catalunya fos un estat independent ocuparia el lloc número quinze al rànquing dels països més desenvolupats del món. Catalunya superaria altres estats com ara Dinamarca, França o Itàlia i, en canvi, estaria per sota d'altres com Bèlgica, Luxemburgo o Finlàndia. Espanya ocuparia el dinovè lloc, quatre per sota de Catalunya.

Se trata de una comparación prepóstera. Si Madrid fuera un Estado independiente, estaría más desarrollado que Cataluña y superaría a la mayoría de los países europeos. El absurdo aún sería mayor si dijéramos que Pozuelo de Alarcón fuera independiente y, en ese caso, constituiría uno de los Estados más ricos de Europa. Todavía más, si Somosaguas (o donde quiera que resida Emilio Botín) fuera independiente, pasaría a ser el Estado más desarrollado del mundo. Lo interesante es concluir que, antes de 1960, Cataluña era un territorio más rico que Madrid. Medio siglo después se produce la relación contraria. En gran medida esa inversión histórica tiene mucho que ver con el nacionalismo lingüístico. Por ejemplo, ¿a qué santo escribirme en catalán cuando la lengua común de los libertarios de esta seccioncilla es el español?

Me cuentan una divertida anécdota de hace solo unos días. Se reúnen en una cena protocolaria los políticos que mandan en Cataluña y una representación de altos directivos de empresas multinacionales. En la mesa se sienta el presidente de una multinacional alemana junto a Carod-Rovira. El alemán habla un perfecto español. El catalán se dirige al alemán: "¿En qué idioma quiere que hablamos durante la cena, en catalán o en francés?". Está claro que Madrid va a desarrollarse más que Cataluña. Los catalanes han votado a un Gobierno que va a ser ruinoso para Cataluña y, eventualmente, para el idioma catalán. Al tiempo.

José (Guipúzcoa; desea que no aparezca su apellido) aporta su testimonio sobre la batallona cuestión de la política lingüística en el País Vasco:

Trabajo en un Instituto de Enseñanza Secundaria en Guipúzcoa y puedo asegurarle que los problemas de dominio del castellano son abundantes y graves. No se limitan sólo a los alumnos sino que empiezan a percibirse con claridad en las nuevas generaciones de profesores que van llegando a los institutos. Y, a cambio, no piense usted que nuestros estudiantes han aprendido mejor el vasco. No. Simplemente dominan mal las dos lenguas. Si hacen su vida diaria en castellano, dominan peor el vasco y si son de zona vascoparlante, su castellano suele ser temible.

J.M. Miquelarena Uslé discute mi apreciación del relativo estancamiento económico de Cantabria (él escribe Kantabria) frente al auge de otras comunidades, como Madrid, Baleares, Comunidad Valenciana o Murcia. Para ello aduce que la tasa de paro en Kantabria es muy baja. No lo niego, pero la tasa de paro en España no es un buen indicador de desarrollo, y menos a escala regional. Casi todos los indicadores demográficos y económicos confirman mi apreciación sobre el relativo estancamiento económico de Cantabria (de soltera, la Montaña). Aunque mi corresponsal me reprocha que ando "metido en muchus politiqueus" (no sé en qué idioma me lo dice), he dedicado mucho tiempo a explorar el desarrollo regional español. Sé lo que me digo.

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