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Amando de Miguel

Dios, la que se armó con lo de la internet

En mala hora se me ocurrió escribir “la internet” con artículo y minúscula. El ordenador se ha saturado, el pobre, con la ristra de mensajes quejosos de tal afrenta al idioma. La verdad es que no estoy yo tan seguro de que “Internet” sea “la internet”. Ni siquiera tengo claro lo del femenino, y así argüía yo que lo de la red me parece una imagen poco precisa. Lo digo en pasado porque algunos de mis corresponsales me han convencido de que la metáfora de la red es la adecuada. Me maravilla lo documentados que son sus argumentos, que llenan páginas y páginas. Cito, por ejemplo, a Ángel García Cuartero, supongo que un informático muy ilustrado al respecto. Acepto, pues, convencido el hecho de que la internet sea una red y hasta una red de redes. Me consulta, de paso, don Ángel sobre la idoneidad de la palabreja “correo-e” como traducción de e-mail. No me hace muy feliz. Conversando con mi cuate Germán Yanke, él me sugiere “electrograma”. Ahí queda la propuesta. Literalmente sería algo así como “escrito sobre ámbar”, lo que le da un aire poético. Poeta es don Germán, aparte de otros menesteres de su prosa periodística.
 
Ángel  Lacal López me concede el derecho a bautizar con género femenino a nuestra querida internet, aunque duda del atrevimiento de la minúscula. Le vuelvo a decir que también empezaron con mayúscula la Televisión y la TSH (“telegrafía sin hilos”, más tarde, la radio). La mayúscula no se justifica porque algo sea nuevo o nos deslumbre. Estoy de acuerdo con mi corresponsal en lo que él llama la tontería de la paridad léxica que supone decir a troche y moche “las madrileñas y los madrileños”. Se observará que los apegados a esa fórmula siempre dejan de aplicarla a determinadas palabras. Por ejemplo, no es corriente que digan “los/las terroristas” o “los heridos y las heridas” en un atentado. Francamente, el asunto me empalaga, o por mejor decir, me estraga el gusto por las palabras. Por cierto, veo que el presidente Ibarreche insiste en que no hay que decir “terroristas vascos” sino “terroristas de ETA”. El problema es que los adscritos a la ETA suelen ser, no ya vascos, sino archivascos. Por cierto, el de Llodio no dice nunca “los terroristas y las terroristas”. En cambio, con ocasión de la matanza del 11 de marzo nos envía “un abrazo fraternal a los madrileños y las madrileñas”. Quite, quite, don Juan José, que es usted más redicho que su homónimo de la famosa obra de Joaquín Dicenta.
 
Jorge Duret ─otro informático, supongo─ me asegura que “internet” es una contracción de international net, esto es, “red internacional”. No había caído. Así salimos de dudas. De todas formas, a don Jorge lo de “la internet” le suena “razonable, pero hortera”. Digamos que con respeto para los horteras, que eran los dependientes de comercio de Madrid. Eran tipos un tanto refitoleros en el hablar, por aquello de que tenían que engatusar a sus clientas. En mi opinión, uno de esos horteras diría hoy “acceder a Internet” por “engancharse a la internet”.
 
El comentario más ilustrado me lo envía Nicolás Iglesias Crespo, director de una empresa de informática, natural de Logroño. El hombre ama la lengua castellana que inventaron sus antepasados. Podríamos ampliar la invención del castellano a los habitantes de lo que hoy es el norte de Burgos, seguramente Vizcaya y acaso León. Pero vamos a lo nuestro. Don Nicolás me convence definitivamente de que la internet es, en efecto, una red y no una especie de tejido neuronal, como yo insinuaba. No me convence tanto su argumento de que la internet merezca la mayúscula por ser nombre propio: “No puede ser común un nombre que se refiere a un objeto único”. Pero también la atmósfera o el mar son objetos únicos y se escriben con minúscula por ser comunes. La norma es sencilla. Se escriben con mayúscula los nombres que tienen una dignidad de personas, aunque solo sea de forma simbólica. Así, los dioses, los cuerpos siderales, las ciencias, las entidades geográficas, las personas jurídicas o morales. A don Nicolás le parece bien referirse a “Internet” o “La Red” porque así “tiene un toque reverencial que me gusta”. Si es cuestión de gustos, puede pasar. Ese argumento me place.
 

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