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Amando de Miguel

Dudas de una libertaria

Beatriz Lucio López me plantea un rosario de dudas que trataré de ir contestando como Dios me dé a entender. Pero antes transcribo un párrafo muy sentido; supongo que afectará a otros muchos libertarios: “Usted inspira confianza. A todas luces se ve que es una bellísima persona. Y me pone malita que haya gente con mala baba que le ataque. Como que ataquen a Federico. En realidad nos atacan a todos. Ustedes hablan y se les conoce, a nosotros, no; pero todos somos despreciados y amenazados, porque amamos las mismas cosas que ustedes defienden, y nos rebelamos ante las mismas injusticias, aunque de momento solo interiormente. O no tan interiormente, porque estamos saliendo a la calle y queremos seguir haciéndolo. Y participamos en toda iniciativa que se nos ofrece”. Gracias por las flores y por el ánimo. Y ahora vamos con las dudas; revelan una encomiable curiosidad por el idioma.
 
─ “¿Por qué se les llama morrongos a los gatos?”. La palabra procede de una lengua indígena de Venezuela, el cumanagoto. A España llega como una versión familiar y cariñosa de “gato”. A un novio muy querible se le puede llamar “morronguito mío” y el hombre se queda tan satisfecho.
─ “¿Cuál es el origen del adjetivo cande?”. Se refiere siempre al azúcar en forma de cristales grandes. Se utilizaba ya en la Edad Media. Era una palabra árabe ─gandi─ que significaba eso mismo y tiene que ver con “piedra”. La voz azúcar también es arábiga; quizá provenga del sánscrito sahara (= granos de arena), que también pasa al desierto del mismo nombre.
─ “¿Y el pan candeal?”. En ese caso el origen es latino: cándidus (= blanco). Es una clara alusión al color de la harina de trigo, de un cierto trigo ─el candeal─ que proporciona una harina blanquísima. Ese adjetivo se asocia a cualidades de bondad y pureza. Hoy no, pero en los años de la postguerra el “pan blanco” (a diferencia del de racionamiento, llamado “negro”) era un símbolo de bienestar.
─ ¿El verbo aupar tiene origen latino? Parece relacionarse con la palabra inglesa up, que significa lo mismo”. En efecto, el verbo aupar en castellano significa “elevar, subir”, referido propiamente a personas. En inglés la partícula up (pronunciada ap) da esa misma idea. En varios idiomas se utiliza ese sonido ap o up para el mismo gesto de subirse o encaramarse a un sitio más alto. Es, pues, una voz natural. Viene del esfuerzo que se hace para animar a un niño para que suba o trepe.
─ “¿La palabra guerra tiene un origen germánico?”. Así es. En las lenguas germánicas se dice así. Lo del bellum latino parecía poca cosa. Es evidente la asociación de guerra con el gruñido del cerdo o de otros animales en son amenazador. De ahí guarro, gorrino, gurriato, garrapo con que se conoce al cerdo en algunas regiones españolas.
─ “¿El verbo inglés to burn (= quemar) tiene que ver con aburar (= quemar)?”. Podría ser a través de una voz natural, el sonido que se hace al soplar sobre las brasas para que se enciendan. El DRAE habla de un verbo del latín vulgar burare (= quemar). Pero los diccionarios latinos traen aburare con el mismo significado.
─ “¿Por qué el verbo oler no lleva una H, pero sí algunas personas del mismo?”. Está claro el origen latino de olere (= oler). Un niño diría que “las flores olen”, pero el adulto corrige al niño: “las flores huelen”. Es la eterna cuestión de los verbos irregulares. Ignoro por qué se produce ese capricho lingüístico, común a muchos idiomas cercanos. Es la desesperación de los estudiantes. Puede que la irregularidad de las conjugaciones verbales la impusieran en su día las clases cultas para que al pueblo llano le costara hablar correctamente. Pero esa es una interpretación conspiratorial que no me satisface mucho.
─ “¿Se dice caramanchón o camaranchón?”. Es camaranchón, claro, derivada de cámara, que en latín y griego era más bien “bóveda”. De ahí pasó a “habitación”. Los “camaradas” son los que duermen en la misma habitación, por ejemplo, los soldados de una misma unidad. El camaranchón tiene una terminación despectiva para indicar una pieza secundaria, un sobrado, un trastero.
─ “¿Qué razón semántica hay para que el verbo ordenar tenga acepciones tan diferentes como “mandar” y “clasificar”?”. En latín el ordinare tiene ya los dos significados: poner orden y dar órdenes. Es lógico el emparentamiento. El que manda lo hace para que resulte algo ordenado, según un plan racional.
─ “¿El nombre propio Pancracio tiene algo que ver con el páncreas?”. No creo, aunque en los dos casos el origen es griego. Pancracio viene de pan (= todo) y cratos (= poder). Es decir, equivale a “todopoderoso”, el epíteto de Zeus y de nuestro Dios (que tanto se parece a Zeus). El pancracio era también una especie de “lucha libre”. Páncreas procede de pan (= todo) y creas (= carne), esto es, una glándula compacta.
─ “¿Y la palabra patrón (= padre o plantilla), de dónde sale?”. Es evidente que de pater (= padre). Es el original de donde se derivan las copias, los hijos. En sánscrito la voz pa se asocia a “nutrir, padre, jefe”. Otra vez aparece una voz natural, en este caso, el sonido pa, que es uno de los que primero emite un niño. Es lógico que se asimile tanto al padre como al pan. El dios Pan era el de los ganados; por tanto, el que daba de comer.
─ “¿Y apencar, es un vulgarismo? ¿Tiene algo que ver con la penca de las verduras de hoja?”. Es cierto que la penca es la parte de hojas que tienen algunas hortalizas. Pero no veo qué relación pueda tener con apencar (= apechugar o cargar, por ejemplo, con las culpas o los costes). Penca es una corrupción de pellis (= piel) y de ahí derivó a látigo. Pencar es voz de germania para “azotar”. Puede que de ahí se derive apencar como “sufrir”. Pero me parece un camino algo enrevesado.
─ “¿Las eras donde se trilla ─o trillaba─ provienen de área?”. Ciertamente. En latín área equivalía al terreno o solar donde se podía edificar. Es evidente que esos espacios dieron en llamarse eras, donde se trillaban las mieses. En cambio, era es también una medida del tiempo que se deriva del latín aera (= número, cifra). A su vez, aes-aeris equivalía a “cantidad”, relacionado con el “bronce” utilizado como moneda.
─ “Esto me parece muy emocionante: el tono de las frases al hacer una pregunta es el mismo en todos los idiomas o en muchos. ¿Lo habrá sido siempre? ¿Es algo natural?”. Creo que sí. El tono de la pregunta incita a que la voz se quede como cortada, anhelante, esperando que la frase sea completada por el interlocutor.
 
Hasta aquí las preguntas de doña Beatriz. Propongo que este año le demos el premio a la libertaria más curiosa. Entiéndase que para nosotros (en contra del diccionario) lacuriosidadtiene siempre un sentido ponderativo.

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