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Amando de Miguel

El abuso del comparativo y el superlativo

El uso del comparativo y el superlativo es quizá un resto infantil, pues los niños suelen aprender las nuevas realidades como contraste con las ya conocidas. “Más grande” y “más pequeño” son locuciones típicamente infantiles. En algunas lenguas el “abuelo” se designa con la forma “padre grande”.

No voy a dudar de la gran utilidad que para el habla supone el recurso de los comparativos y superlativos. El problema está, como siempre, en el abuso. Obsérvese que, al referirse a los niños, muchas veces se dice ahora “los más pequeños”. No se trata de los bebés sino de los niños en general. Lo de “pobres” está un poco gastado, así que se recurre a “los más pobres”. Lo peor es cuando se alude a los viejos como “los más mayores”. Entramos en el territorio del ñoñismo. Bastante tonto es lo de llamar “mayores” a los viejos, pero ese uso ya se halla establecido.

Antes se decía “países civilizados” y todos se entendían. Hoy se designa un cabalístico G-7, esto es, el grupo de los siete países más ricos. El Gobierno español quiere que se amplíe al G-12 para que entre España en la comparación. Así llegaremos pronto al G-50.

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