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Amando de Miguel

El fiasco del Estado de Bienestar

Los 1.600 euros que cuesta la prueba, ara un impecune como yo, representan la tentación para suspender el tratamiento sanitario.

Por una vez descenderé al supuesto individual. Es el que tengo más cerca: yo mismo. Supongo que se podría extender a otros muchos miles de españoles en parecida condición.

El caso es tan corriente a mis años como la incómoda visita de un cáncer de próstata. Por lo visto, para tratarlo se hace necesaria una prueba que llaman PET Colina y que ignoro lo que significa. En principio me siento seguro después de haber estado más de media vida cotizando a la Seguridad Social a través de la mutualidad de funcionarios (Muface). Siempre creí que el Estado de Bienestar me iba a proteger bajo su capa benéfica.

Pero llega la desagradable sorpresa. Después de un engorroso papeleo, la inmisericorde burocracia me comunica que Asisa (la empresa sanitaria con la que contrata Muface) no va a cubrir el coste de la prueba. Así que tengo que abonarla de mi bolsillo. El cual ya anda bastante maltrecho con el copago de las medicinas. Recordaré que las personas de mi edad y condición la tienda que más frecuentan es la farmacia.

Comprendo que los 1.600 eurillos del ala que cuesta la prueba debe de ser una nadería para algunas personas, pero para un impecune como yo representa la tentación para suspender el tratamiento sanitario.

Realmente, se me presentan tres opciones: 1) solicitar un nuevo préstamo a mis generosos amigos y hacerme la prueba; 2) abandonar el posible tratamiento en una especie de eutanasia pasiva que facilitara la continuidad de la Seguridad Social; 3) agotar todos los recursos legales para conseguir que Asisa se digne costear la prueba. He optado por la tercera solución.

Presenté un escrito de solicitud de la prueba en Asisa. Por lo visto, tenían cinco días para contestarme. Pasó una semana y naturalmente no me contestaron. Iban a hacerlo "por correo ordinario", que, efectivamente, ha tardado más de una semana. Me niegan la solicitud. Ante tal revés, he formulado en Muface una reclamación por escrito. Los funcionarios han sido muy amables, pero me dicen que la resolución puede tardar de uno a seis meses. Por lo visto, la cosa tiene que pasar por una comisión mixta provincial y luego por otra nacional. Me pregunto dónde habrá ido a parar aquella propuesta electoral de las oficinas públicas sin papeles. La letanía se completa con "en España tenemos la mejor sanidad del mundo" o "una sanidad gratuita y universal". En resumen, gozamos de un auténtico y modélico Estado de Bienestar. Tararí que te vi.

Comenté mi tribulación con un amigo abogado. Resulta que en el Colegio de Abogados de Madrid disfrutan de una mutua médica de mucha solera. Pero ahora los gerifaltes han decidido que las cuotas de los afiliados se establezcan de modo inversamente proporcional a la edad. O sea, los de más de 65 años pagarán el triple que los jóvenes. Donosa interpretación de la justicia distributiva. La iniquidad no puede ser mayor, aunque tampoco me sirve de consuelo.

Intuyo que los casos anteriores son indicio de la taimada solución que se quiere dar al problema de la sanidad. Simplemente, dejar morir a los valetudinarios para seguir presumiendo de Estado de Bienestar.

En España

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