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Amando de Miguel

El Gobierno insoluble

Sánchez busca una amalgaba con la ultraizquierda.

Tiene razón Emilio Campmany (de casta le viene al galgo). En este tótum revolútum para armar un Gobierno, quien parece que puede hablar con todos los demás es Rivera. En los otros interlocutores se percibe demasiado rencor. Rajoy es el envaramiento; Sánchez, el resentimiento; Iglesias, el desquiciamiento; Rivera, el comedimiento. Tengo para los españoles que Rivera no parece un político: es lo mejor que se puede decir de él. Que conste que en el PP o en el PSOE hay también políticos que no lo parecen, solo que no les dan voz. Los de Podemos se parecen a una desaliñada tribu solidaria de gitanos (con perdón); van siempre juntos y todos dicen lo mismo, se protegen entre ellos.

Una mesa de cuatro patas puede cojear. En cambio, un trípode siempre se encuentra estable. La trimurti PP+PSOE+C's es la más lógica para formar un Gobierno. Pero hete aquí que Rajoy y Sánchez no se pueden ver ni en pintura. Ninguno de los dos aceptaría ser segundo de un primero al que odian. Así que solo cabe una solución lógica: el tertius gaudet (el tercero en discordia). Es decir, Rivera podría ser jefe del Gobierno. La condición sería que tanto Rajoy como Sánchez entregaran el testigo a algún segundo, o mejor, a una segunda. El rey Felipe VI encargando la formación de Gobierno a Rivera sería un acontecimiento para la Historia.

Podría cuajar otra solución del enigma. Hay varias, pero todas me parecen artificiosas. Ya sé que Rivera no consiguió muchos votos, pero ha demostrado que es el único que se entiende con las otras dos patas del trípode. ¿No es eso la moderación, la estabilidad? No me vale el contraargumento de que Rivera carece de experiencia. Menos experiencia tuvieron en su día Suárez o González, y ahí están en los libros de Historia. Rivera tiene en su haber que ha sabido bregar contra los separatistas catalanes, y encima sabe hablar catalán.

La verdadera crítica que se puede dirigir a Rivera es su famosa ambivalencia: un hombre básicamente liberal, pero al que le pirra la socialdemocracia. Por eso mismo podría inclinarse hacia el PSOE, sobre todo si la casta Susana se hace cargo del partido. Pero en ese caso no le arriendo la ganancia al catalán: su partido se licuaría. Que conste que Rajoy tampoco hace ascos a la socialdemocracia. ¿No podríamos tener alguna vez un presidente liberal sin complejos?

Cabe otra salida a la desesperada, que el PSOE se alíe con Podemos y demás restos de serie para montar un centón de progresistas y separatistas de toda laya. Tiene la ventaja del número: en ese conjunto cabe el mayor número de españoles, solo que de su padre y de su madre. Esa amalgama es la que busca Sánchez: si no lo consigue, tendrá que desaparecer del mapa político. No le quedaría más remedio que irse de catedrático de Economía a Harvard o a Oxford. Sufriría mucho, porque a él lo que le priva es el hotelito de La Moncloa.

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