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Amando de Miguel

El habla precisa

Critica mi permisividad para sustituir los ordinales por los cardinales en muchos casos, a partir de 20. Insiste en que hace algún tiempo asistió a las Dieciocho Jornadas de Informática, cosa que le pareció improcedente, porque solo duraban tres días.

Jesús Gómez Taboada (Tordera, Barcelona) denuncia el abuso de los pleonasmos en el lenguaje corriente. Por ejemplo, lo de "daños y perjuicios", o la estupidez de "medio ambiente". Don Jesús anota en su cuaderno de campo el anuncio del "Club ciclista bilbilitano de Calatayud" o el de la "paella de arroz" que se hace en algunas fiestas populares catalanas. Pero nada como el marbete en una carretera madrileña: "Restaurante gastronómico". En defensa de tantos pleonasmos populares diré que el español es lengua retórica que permite algunos excesos como los comentados. Aun así resultan divertidos.

Rafael Navarro se queja del uso que se hace de la expresión "se ha abierto la veda" para dar a entender que se permite cazar o pescar, cuando tendría que ser que se prohíben tales actividades. En efecto, la "veda" es tanto como la "prohibición". Sin embargo, no queda claro qué sea "abrir la veda". Literalmente tiene razón don Rafael, pero en la práctica se entiende que, si se abre la prohibición, es que la veda deja de entrar en vigor. En fin, no lo tengo muy claro.

Fernando Rueda Montero se pregunta por la actual obsesión que supone sustituir el "muy" por el "bastante". Es así. Se prefiere la calificación de "bastante" por lo ambigua o imprecisa. Es un dispositivo más para no comprometerse con el lenguaje.

Enrique Viturro (Munich, Alemania) se fija en un verso de una canción del cantante Juanes: "Volverte a ver es todo lo que quiero hacer". Don Enrique sostiene que debería ser "volver a verte". Tiene razón.

Jesús García me plantea la duda de si se puede decir "me encantó muchísimo". No veo por qué no. "Muchísimo" es un adverbio superlativo que matiza la acción de "encantarse" con algo o con alguien. A no ser que los gramáticos tengan que decir algo diferente al respecto.

Eduardo Vélez Castillo (Getxo, Vizcaya) critica mi permisividad para sustituir los ordinales por los cardinales en muchos casos, por ejemplo, a partir de 20. Insiste en que hace algún tiempo asistió a las Dieciocho Jornadas de Informática, cosa que le pareció improcedente, porque solo duraban tres días. Tiene razón don Eduardo. Quizá me he pasado de "libertarianismo". Prometo enmendarme y volver a lo clásico, siempre que no sea un trabalenguas.

Ángela López Puig descubre una curiosa asociación. La semejanza que hay en muchos idiomas entre "nueve" y "nuevo". Concretamente, recuerda:

  • castellano: nueve-nuevo
  • catalán: nou-nou
  • inglés: nine-new
  • francés: neuf-neuf
  • sueco: nio-ny

Doña Ángela comenta que incluso en finés se produce ese extraño parentesco. Añado unos cuantos ejemplos más:

  • sánscrito: nava-nava
  • griego: ennea-neos
  • latín: novem-novus
  • italiano: nove-nuovo
  • portugués: nove-novo
  • alemán: neun-neu
  • irlandés clásico: noi-nue

Ya es casualidad. Debe de haber alguna misteriosa causalidad común a tantas lenguas. No sé resolver el enigma. Lo único que puedo hacer es resumir algunas de las tradiciones asociadas al número nueve. Para los hebreos era el número de la verdad, pues multiplicado por sí mismo (9x9=81) da un número (81) cuyas cifras, sumadas, dan otra vez nueve. Los chinos clásicos representaban a su país como "el imperio del centro". El centro era Pekín al que se añadían los ocho caminos que partían de él. En la simbología cristiana están los nueve coros de ángeles. En la mitología griega hay nueve musas que nacieron de Zeus. Durante mucho tiempo nueve fueron las esferas celestes.

Tiene cierto sentido que el nueve sea el comienzo porque es el final de la serie de dígitos. Recuérdese la novena y el novenario en la tradición litúrgica del catolicismo. Tras nueve meses de gestación nace una nueva criatura humana.

Juan Enrique de la Rica comenta la "incongruencia" que supone "dar un giro de 360º, pues es notorio que en este caso se terminaría en la misma dirección, pero además en el mismo sentido que antes del giro". Más bien me parece una estupidez, pero no una incongruencia, pues el que da ese giro hace como que se mueve. Esa acción puede ser coherente con el propósito de engañar a los que lo observan.

José Antonio Martínez Pons añade un interesante comentario a la simbología de las unidades físicas. Debe quedar claro el uso de ciertas convenciones. Por ejemplo "m" es metro (y no "mt."), "g" es gramo (y no "gr."). Muchas unidades que provienen de nombres foráneos se castellanizan. Así, "amperio", "julio" o "voltio". Añado que, en las carreteras, el antiguo "km." ha sido sustituido por PK (= punto kilométrico).

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