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Amando de Miguel

El humor se sigue escribiendo con hache

Ya sé que algunos libertarios no están muy conformes con mi tesis de que el humor es muy especialmente el juego de palabras que pueden tener dos significados muy distintos. Sobre todo es así cuando el segundo significado toca un asunto tabú.

Ya sé que algunos libertarios no están muy conformes con mi tesis de que el humor es muy especialmente el juego de palabras que pueden tener dos significados muy distintos. Sobre todo es así cuando el segundo significado toca un asunto tabú, como puede ser la sexualidad, la religión o la política. Menos mal que, en apoyo de mi tesis, algunos caritativos libertarios me envían perlas que me producen una gran alegría. Transcribo algunas, las más jocundas.

Ignacio Frías guarda un verdadero archivo de sucesos hilarantes. Este se refiere al general Saliquet, un hombre muy coñón, allá por los años 50 del siglo pasado. En una ocasión se le presenta un oficial, encargado de la seguridad del centro militar donde Saliquet era el jefe. El oficial se cuadra: "Mi general, se presenta el capitán Serrano, del Cuerpo de la Guardia Civil". El general le contesta al instante: "¡Olé tu Cuerpo, Serrano!". En este caso el recurso del humor estaba en la coma, en la pausa, que podía aludir a una frase hecha, impropia para un oficial de la Guardia Civil. Debe anotarse que, en una situación jerárquica, es el de arriba el que puede introducir la chanza.

Gabino Fernández Baquero recuerda la famosa portada de La Codorniz. Representaba al hombre del tiempo delante de un mapa con esta leyenda: "Reina en España un fresco general procedente de Galicia y con tendencia a estabilizarse". La censura franquista no percibió la polisemia. En cambio, años más tarde, la censura fue más lista al interpretar el famoso artículo de Calvo Serer en el Madrid. El artículo se titulaba: "No al general De Gaulle". El periódico fue clausurado, aunque expresamente no se refería a Franco. Menos mal que no se aceptó mi propuesta en el consejo de redacción para que el título del artículo fuera simplemente "No al general". En ese caso nos habrían fusilado; con balas de fogueo, claro.

Jesús Lainz atisba este diálogo en un restaurante de postín. Está comiendo un matrimonio:

 – Yo tomaré rape y mi mujer, carne–  dice el marido.
 – ¿La pasamos por la piedra?–  pregunta el camarero solícito.
 – ¿Cuántos son en la cocina?– inquiere el hombre.
 – Seis–  contesta el camarero.
 – Inténtenlo, pero dirá que le duele la cabeza.

Alfonso Blanco Rivas es el archivero mayor de los sucesos graciosos. En este caso cuenta la conversación entre un gallego y un argentino. Pregunta el argentino: "¿De qué tamaño es su finca?". El gallego contesta que para Galicia no está mal: "Diez hectáreas. ¿Y la tuya?". El argentino replica: "Mira, yo salgo por la mañana en mi jeep y al mediodía todavía no he recorrido ni la mitad de la finca". El gallego comenta: "Yo también tuve un jeep argentino. ¡Son una mierda!". El suceso juega con la sorpresa al corroborar el tabú del estereotipo nacional. Algunas personas se ofenden con los chistes (que ahora llaman "viñetas"; no sé por qué) cuando aluden a ciertos tabúes. Precisamente, una de las funciones del chiste es la de disfrazar el posible insulto.

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