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Amando de Miguel

El imaginario del argumento

La desinencia –ario confiere lustre y misterio a una palabra. El imaginario es el conjunto de imágenes; el argumentario, el conjunto de argumentos. Es la misma lógica por la que cuestionario se deriva de la suma de cuestiones o preguntas. El silabario era antes el primer catón de lectura, pues se empezaba con las sílabas. Me parece que ahora se enseña a leer de otra manera, con el consiguiente retraso para los párvulos. Por cierto, el parvulario es el lugar donde se congregan esos escolares de las primeras letras.

Quizá no tenga mucho que ver con la regla anterior, pero llama la atención el misterios atractivo de algunos nombres comerciales en –aria. La cosa empezó con Argentaria un carísimo marbete que resultó efímero. Ahora tenemos Altaria para un tren de velocidad mediana. Imagino que surgirán muchas etiquetas comerciales con esa desinencia. No sé por qué no se ha registrado Barataria para esas tiendas que antes llamaban “todo a cien (pesetas)”. ¿Porqué no llamar Eraria a la oficina donde se pagan los impuestos? ¿Y qué me dicen de Futbolaria para la tienda donde se expenden fetiches deportivos?

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