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Amando de Miguel

El inglés, la lengua del imperio

Javier Lizarraga recuerda el origen del vocablo bus, uno de los más internacionales, junto a taxi. Primero fue el tranvía de mulas designado en Inglaterra como omnibus gentibus (= para todo el mundo). Luego vinieron las varias versiones de autobús, trolebús, microbús, etc. Al final se quedó solo en bus. Don Javier aprovecha para contar otra curiosa derivación. Del exitus latino proviene tanto exit (= salida) en inglés como éxito en español. Por último, don Javier nos ofrece un calambur: Spain -> S-pain -> Ese-pain (= ese dolor).
 
Ángel Guerrero Eguíluz aporta un dato curioso. En la jerga del correo electrónico, la copia es CC (=carbon copy, copia de calco) y la copia oculta es BCC (= blind carbon copy, copia de calco ciega). Don Ángel se refiere al sistema de “papel de calco” que se utilizaba “antiguamente”, aunque la antigüedad sea “no hace más de 20 años”. Concluye: “¡Lo que corren los tiempos!”. Los clásicos decían “O tempora! O mores!”.
 
Inmaculada Sánchez Mengual (Cartagena, Murcia) critica mi argumento de que es bueno importar palabras inglesas cuando se puede rastrear su raíz latina. Doña Inmaculada razona que esa no es justificación suficiente: “Cada idioma puede utilizar palabras latinas y darles en su lengua un sentido o utilización distinta”. Por eso se produce ese efecto de los “falsos amigos”, es decir, “palabras [inglesas] que no se pueden traducir como la que más se parece en castellano porque su significado o utilización en inglés es distinto”. Cita el caso de sympathetic, que no es “simpático” sino “comprensivo, dispuesto, compasivo”. Añado que, en inglés, una persona sympathetic es la que da el pésame en un funeral, situación que para un español es casi la contraria de un tipo simpático, esto es, extravertido, alegre, dicharachero. Recuerdo que hay varios diccionarios sobre los “falsos amigos”. El más completo es el de Marcial Prado (Gredos). Bien, la observación de doña Inmaculada está en su punto. Mi única defensa es que tiendo a ser condescendiente con las importaciones del inglés, pero solo cuando no existen equivalencias en español. Siempre será mejor fútbol que balompié.
 
Juan Martínez Torvisco (La Laguna, Tenerife) nos aclara el verdadero origen de la palabra cambullonero (= persona dedicada a trapichear en los puertos). El DRAE dice que procede del portugués cambulhado, pero nos quedamos a dos velas. Según don Juan el origen del terminacho está en el puerto de Tenerife. Los barcos ingleses que allí recalaban permitían la comercialización de algunos productos que traían al efecto. La expresión utilizada era you can buy on (= puede usted comprar a bordo), fuera del arancel. Esos compradores eran los “cambulloneros” que luego se dedicaban a trapichear con esas gangas. Es una buena historia.
 
Luis Palomino (Cádiz) aporta una expresión gaditana muy graciosa: liquindoi. Es la adaptación fonética de la frase inglesas: look and do it (= ten cuidado y hazlo). Aclara don Luis: “Estar al liquindoi es lo que hace el guachimán, la traducción portuaria del watching man, el que vigilaba para que no robaran las mercancías”. Añade que “en Cádiz se dice: no te preocupes, yo me quedo al liquindoi”. Puestos a adaptar, se me ocurre que sería más propio escribir liquindoy.
 
Gonzalo Jiménez Gallardo recuerda algunos divertidos acrónimos en inglés:yuppy(=young urban professional people, joven urbanícola profesional) odink(=double income no kids, dos sueldos en la pareja y sin niños). Añado quedinkes uno de los infinitos nombres vulgares para “pene”. Don Gonzalo recuerda otro acrónimoposh, que significa “pijo”, pero cuyas letras son iniciales de algo. Tampoco caigo. Espero que algún libertario envíe la solución a la charada.

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