Menú
Amando de Miguel

El origen de las palabras

El origen de las palabras es algo fascinante. No terminamos nunca de conocerlo del todo. Juan Enrique de la Rica (Roma) aporta unas interesantes precisiones sobre Eva y Yahvé. Es evidente que Eva es una voz emparentada con “vida” en hebreo. En cambio, Yahvé no es el que da la vida, sino algo así como “el que es y será”. Se agradece la precisión. Me la hacen llegar otros muchos lectores. Gente culta, la verdad.
 
He recibido docenas y docenas de imeils sobre el asunto de los galos. Es imposible referirme a todos ellos. Me siento abrumado y convencido por tantos conocimientos. Por ejemplo, José Antonio Magdalena deja muy claro que los galos eran vagamente los pueblos situados al norte del Po. De forma más concreta, era una manera de llamar a los pueblos celtas. En cambio, precisa don José Antonio, que Gales o Wales (a pesar del prefijo Gal) no es una nación celta. El nombre autóctono es Cymru (pronúnciese Camri).
 
Alejandro García Cogollos (Amsterdam, Holanda) insiste en la relación entre el prefijo gal y los pueblos celtas, extendidos por media Europa. En su opinión, Gales e Irlanda (donde se habla el gaélico), sí fueron reductos celtas. También lo es la Galizzia turca.
 
José Quintanilla me envía una disertación documentada en una línea parecida a la de los anteriores.
 
Alberto Muñoz se extiende por lo que más me interesa: la asociación entre los galos y los gallos, ambas voces relacionadas con los celtas (Keltoi en griego). [Añado que el río Danubio para los griegos era el Keltros, algo así como “el río de los celtas”]. Hay también una Galitzia en Polonia y una Galacia en Turquía.
 
Juan Enrique de la Rica (Roma) añade algunos otros topónimos relacionados con la raíz céltica: Cornwall (Cornualles) y Gaula (la patria de Amadís). En cambio, sigue don Juan Enrique, Galilea deriva del hebreo galilah (= distrito). Para él la Galitzia polaca proviene del ruteno sin que tenga nada que ver con los galos. Así pues, queda rebatida mi teoría de asociar la Galacia turca con los “galactófagos” (los que toman productos lácteos). Sergio Braida (Gorizia, Italia) siente curiosidad por ese término de “galactófagos”. Solo sé que así se llamaban los habitantes de una amplia región que va desde el Cáucaso al Danubio. La creencia tradicional era que ese régimen alimentario contribuía a una amplia longevidad. Todavía hay gente que cree en la realidad de esa leyenda.
 
Sigo sin tener claro por qué tantos pueblos distantes se daban a sí mismos nombres relacionados con la voz gal o kal. Quizá sea una onomatopeya para llamar, gritar, dar voces. Hay muchas palabras en los idiomas europeos con esa raíz. Posiblemente los griegos y luego los latinos identificaban a los pueblos más allá de sus fronteras como los que hablaban dando voces, una sensación que se tiene del bárbaro (extranjero). Puestos a gritar, el gallo mañanero.
 
En cambio, la palabra galimatías nada tiene que ver con los galos, los gallos o los celtas. Es la corrupción de “a la manera de Matías” (Mateo) en griego, por lo difícil de interpretar algunos pasajes del Evangelio de San Mateo. El más debatido es el famoso Mt. 13, 12: “Al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado”. Ahora lo llaman política fiscal.
 
Mariano Amal me envía una interesante disquisición para entender los dos sentidos de escatológico (= lo referente a la muerte, las postrimerías, y a los excrementos). La confusión proviene de que en español no tenemos la ese líquida. Así mezclamos dos palabras griegas: esjatós (= lo último) y skatós (= excremento). Añado que lo más divertido es que, a partir de Freud, sí se establece una relación entre la muerte y los excrementos. Ignoro si en el alemán se puede hacer ese juego de palabras. Espero que alguien me remedie esa ignorancia.
 
Francisco Manrique (Jerez de la Frontera, Cádiz) se pregunta si la palabra lubricán (crepúsculo) viene de “lupus” y de “canis”. De ese modo indicaría que a esa hora no se distingue un lobo de un perro. Eso es lo que dice el Diccionario oficial. Francamente, me cuesta creer que esa etimología sea la correcta. Me suena más el origen latino de lubricus (= dudoso, fugitivo, inconstante, resbaladizo). Es evidente que el crepúsculo indica un estado borroso, indefinido, entre dos luces.
 
Cándido Alvarado (San Pedro Sula, Honduras) tiene la duda de si se debe decir “al interior” o “en el interior”. Me suena mejor “en el interior”. Don Cándido me plantea algunas dualidades como llama-flama, abertura-apertura, llave-clave. La primera forma es la que ha derivado naturalmente en el español actual. Pero la segunda suele ser un cultismo, más pegado al latín, que acaba aceptándose con alguna pequeña variación de sentido. Así, “la llama de un cantil”, pero “un líquido inflamable”; “la abertura de un poncho”, pero “la apertura del congreso”; “la llave maestra”, pero “la clave del ordenador”. Me parece muy simpática la dualidad hierro-fierro, que se conserva sobre todo en América. De todas formas, los primitivos “caminos de hierro” fueron luego “ferrocarriles”.
 
Juan-Antonio Hernández se pregunta si la palabracaravanano vendrá del ingléscar and van(= coche y furgón). No creo. En persajaravanes tanto como recua de animales de carga. De ahí las caravanas de camellos, mucho antes de que se hablara en inglés. Por extensión, llamamos hoycaravanaa un vehículo acondicionado para cocinar, dormir y vivir en él. También escaravanala ristra de coches en un atasco o retención. Ese último sentido todavía no lo recoge el DRAE.

En Sociedad

    0
    comentarios