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Amando de Miguel

Escatología y humor

A veces es bueno desempolvar la memoria histórica.

Javier Vicuña e Ignacio Frías (cada uno por su lado) me hacen ver que estaba yo un tanto desinformado respecto a la curiosa confusión de significados para la palabra escatología. Significa nada menos que estas dos cosas: los excrementos humanos y las postrimerías de la vida sobrenatural (muerte, juicio, infierno y gloria). No se trata de una palabra griega como yo decía, sino de dos. Una es esjatós (= lo último, el más allá) y la otra skatós (= excrementos). La confusión viene de que, al fundirse en una misma palabra en castellano, se han juntado las churras con las merinas. El problema está, como muy bien apuntan mis eruditos corresponsales, en que en castellano no tenemos la s líquida (no sabemos pronunciarla). Además, confundimos la k con la j cuando proceden del griego. Así que la anfibología está servida. De todas formas, el que las palabras se presten a confusión es la base de la ironía y del buen humor. No hay más que fijarse en la expresión comerse el marrón, que procede de las jerga del hampa, pero que la repiten ya insignes doctores delante de los micrófonos y las cámaras de televisión. Han de de saber que marrón es una designación irónica para mierda. Otra vez la escatología.

Transcribo una historia que me envía José Cuevas y que seguramente ha obtenido en el ejercicio de su cargo:

Mi nombre es Alicia. Estaba sentada en la sala de espera del dentista. Era mi primera visita. De la pared colgaba su diploma con su nombre completo. Me acordé de un chico muy guapo, de hermosa cabellera negra, que estudiaba conmigo hace 30 años. Su nombre era el mismo. ¿Sería ese chico del que yo estuve secretamente enamorada? Al entrar en el consultorio deseché la idea. Me encontré con un vejete calvo y con cara muy arrugada. Después de atenderme le pregunté si había estudiado en tal sitio. Me lo confirmó. Yo le confesé: "Tú estabas en mi clase". Él me miró atentamente y me preguntó: "¿De qué eras profesora?".

Por cierto, José María Navia-Osorio me cuenta que es el 25º aniversario de un suceso en Grado (Asturias) que en su día fue muy comentado. El jefe de la Policía Local, José Cuevas, fue perseguido y acosado ferozmente por el alcalde, comunista. Andando el tiempo, la pareja de ese alcalde, también comunista, llegó a ser consejera de Servicios Sociales. Su hija ha heredado el cargo. Cosas de la pequeña política. Don José María comenta que los tribunales terminaron dando la razón al jefe de la Policía Local, pero el alcalde no terminó en la cárcel. A veces es bueno desempolvar la memoria histórica. Me honro de ser buen amigo de los dos, Navia-Osorio y Cuevas, dos asturianos de pro. A ambos los he conocido a través de la internet, que es como se forman ahora algunas buenas amistades.

Termino con una consideración de don José María por si pudiera originar algún debatillo:

El desprecio de la Casa Real hacia los españoles es solo comparable con el del PP hacia sus votantes. Un día los españoles se darán cuenta de que la República no tiene por qué ir tan mal como en el año 36 si se respetan las leyes. Se puede ser de derechas y no votar al PP, como hicimos en Asturias (en las últimas elecciones).

Algún libertario se preguntará si ese párrafo tiene que ver con la escatología y en qué sentido. Eso lo dejo a la imaginación, la loca de la casa.

En España

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