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Amando de Miguel

Escribir es también innovar

La lengua es cosa viva, como indica el título de esta seccioncilla. Es decir, algunas palabras fenecen, otras se recuperan y aun otras son nuevas.

Ignacio Frías corrobora mi impresión de que el uso del plural puede indicar una especial carga emotiva. Es el caso de los saludos o despedidas: "Buenos días", "recuerdos", etc. Tiene razón. Por eso decimos también “felicidades” (no una sola). Mi idea es que se trata de una especie de plural festivo. Lo asociamos, por ejemplo, con las fiestas, las vacaciones, incluso las elecciones políticas y hasta las oposiciones a los cuerpos funcionariales. Don Ignacio sostiene que en el caso de "Felices Pascuas", que yo citaba, el plural queda justificado porque hay cuatro Pascuas: Navidad, Reyes, Resurección y Pentecostés. De acuerdo, pero ahora hemos restringido las "Felices Pascuas" a una sola: “Feliz Navidad”, seguramente por influencia norteamericana, una vez más.

Juan José Carballal precisa que la manera de felicitar las Pascuas navideñas en tercera persona le recuerda la fórmula de hace muchos años: "El cartero [o el sereno, entre otros] le felicita…". Era la forma de solicitar un aguinaldo. Añado que en la Navidad de 1981 estaba yo en México (haciendo un libro, claro). En la prensa de aquellos días el Gobierno publicaba un aviso a toda plana. No era una felicitación. En ese comunicado se advertía a la población para que tuviera especial cuidado. Los policías iban a pedir el aguinaldo en la forma de mordidas o pequeños sobornos. Yo fui sujeto de uno de ellos. Un policía me paró en la carretera y me dijo que iba en dirección prohibida. No había ningún cartel que lo indicara, pero él acababa de establecer esa norma. El asunto se arreglaba con 100 pesos. Así pues, lo del cartero era un aguinaldo más benévolo.

Pedro Lorenzo recuerda algunos usos erráticos o erróneos que se repiten con obstinación en los medios. Conviene atenerse a las normas. Por ejemplo, el plural de currículum es currículos, el de club es clubes. Los cariocas son los habitantes de Río de Janeiro, no los de otras partes del Brasil. El verbo adolecer expresa siempre algo negativo, doliente. (Añado que por eso adolescencia indica una edad de sufrimiento). Respecto al famoso dequeísmo, no creo que haya una regla fija, que es la que anda buscando don Pedro. Hay que adaptarlo a cada verbo en particular. Aun así, la tendencia en España es a ampliar la fórmula de que. A veces suena rematadamente mal, como en el "pienso de que".

Es evidente que la lengua es cosa viva, como indica el título de esta seccioncilla. Es decir, algunas palabras fenecen, otras se recuperan y aun otras son nuevas. José Cuevas anda empeñado en rescatar algunas voces del olvido. No lo hace por un afán arqueológico, sino porque son muy expresivas y admiten mal otras sustituciones. Me envía una colección provisional de 61 términos, pero podrían ser 600 o 6.000. Apunto algunas especialmente sonoras: pacato (= tímido, pero de forma despectiva), mechinal (= casa pequeña), mefítico (= que huele mal), sandio (= tonto), badulaque (= majadero), gozque (= perro pequeño y ladrador), zaquizamí (= habitación pequeña, cuchitril). Hay muchas más. Añado que hay un estupendo Diccionario de palabras olvidadas o de uso poco frecuente, de Elvira Muñoz (Paraninfo, 1993). Convendría distinguir entre los arcaísmos propiamente dichos (palabras antiguas que se refieren a realidades hoy inexistentes) de las voces que ya no se utilizan y que serían útiles. Son esas últimas a las que se refiere don José.

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