Menú
Amando de Miguel

Frases hechas y por hacer

Las frases hechas, los dichos o los refranes son muy útiles porque permiten recurrir a analogías que ya están acuñadas. Así se evita trabajo de pensar.

Las frases hechas, los dichos, algún día se empezaron a hacer. Muchas veces se trata de un suceso nimio que adquirió una repentina notoriedad. Baldo Garaycoechea (Canadá) se pregunta por el origen de esa extraña expresión de entre Pinto y Valdemoro (= el que está medio borracho o también el que adopta una posición ecléctica o intermedia). Pinto y Valdemoro son dos pueblos del sur de Madrid que están separados por un arroyo. Se cuenta de un borrachín que iba todos los días de uno a otro pueblo para tomar unos vinos. Al llegar al arroyuelo se divertía saltarlo varias veces diciendo: "Ahora estoy en Pinto, ahora estoy en Valdemoro". Hasta que un día se cayó al charco y comentó: "Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro". Hay otras interpretaciones, pero no me convencen. La que digo es la más sencilla.

José Antonio Martínez Pons comenta lo mal que la gente habla delante de una cámara de televisión o un micrófono. A propósito de lo que aquí decía yo del abuso del adjetivo inteligente para cualquier nimiedad, me recuerda un suceso cómico de la Guerra Civil. En Mallorca había un señor riquísimo que durante la guerra se vistió con harapos porque le habían dicho que las bombas que tiraban los republicanos solo mataban a los ricos. Es decir, ese buen mallorquín "se anticipó a la idea de las bombas inteligentes".

Javier Vicuña Ruiz me explica el origen de esa extraña expresión de meterse en un jardín. Procede de la jerga teatral. "Se aplica al actor al que se le olvida lo que tiene que decir y se pone a improvisar, lo que provoca un buen lío entre sus compañeros de reparto". Aun así, no se me alcanza por qué se elige esa analogía del jardín para indicar que uno se ha metido en un laberinto, un berenjenal. Lo del berenjenal se explica porque es una planta llena de pinchos, muy molesta para el que no está familiarizado con ella. Lo del laberinto se entiende, pero, repito, qué extraña idea de jardín pueden tener los españoles o los actores de teatro.

Las frases hechas, los dichos o los refranes son muy útiles porque permiten recurrir a analogías que ya están acuñadas. Así se evita trabajo de pensar. Era el método que seguía Sancho Panza para parecer más ingenioso de lo que permitía su simplicidad. El problema está en que las frases hechas a veces no se utilizan bien. Una práctica muy sana consiste en dar la vuelta a una frase hecha para lograr llamar la atención. Por ejemplo, el título del libro de Jesús Laínz, Desde Santurce a Bizancio. En la literatura humorística eso es lo que se llama retruécano o calambur.

En España

    0
    comentarios