Es difícil convencer con razonamientos a un posible votante de cualquier partido. Lo votarán si se corresponde con la idea de que ese partido representa a los suyos. En consecuencia, están de más los mítines, carteles y otros excesos retóricos. Por eso mismo, nadie se fija en los eslóganes que emplean las distintas formaciones políticas. Y sin embargo pueden ser muy ilustrativos de una mentalidad, de un estilo de hacer política.
Pongo por ejemplo la divisa del PSOE en ocho mil pueblos españoles: "Gobernar para la mayoría". Parece algo ingenioso, rompedor, un dechado de espíritu democrático. Se trata de algo que parece un truismo, pero en realidad no es más que una sansirolada, y eso con el más benévolo de los juicios.
Vamos a cuentas. Un político que aspire al poder debe intentar que su gobierno sea para todos, no para unos cuantos, aunque formen mayoría. Es más, puestos a exigir, el Gobierno debería tomar decisiones para acudir en ayuda de las minorías más desasistidas. El procaz eslogan que comento encierra un acto fallido. A saber, el PSOE ha gobernado siempre para la mayoría constituida por sus seguidores. El caso de Andalucía resulta ilustrativo. Es lo que se llama espíritu sectario. Tanto es así que los votantes permanecen inmunes a la noticia de que sus dirigentes se enriquezcan. Puede que esa misma reacción amoral se consiga en otros territorios y para otros partidos, pero el caso de los socialistas de Andalucía es un paradigma, como ahora se dice. Tal ha sido el éxito con los andaluces que ahora el PSOE ha decidido aplicar el lamentable lema a toda España. Así pues, pretenden gobernar para la mayoría, habrá que entender la que forman sus seguidores en caso de gobernar.
No paran aquí los dislates. El candidato para Madrid, Ángel Gabilondo, sostiene impertérrito que el modelo de una TVE imparcial que persigue es el que se logró en tiempos de Zapatero. Sanjoderse cayó en lunes, justo después del recuento de los votos. Se me perdonará el dato personal, pero es el que mejor conozco. En la época del Gobierno socialista el Congreso de los Diputados me nombró consejero de TVE. Es el cargo público más alto que me han otorgado, aún no sé a qué mérito de debió. Pues bien, al poco tiempo dimití de tan honroso puesto, al comprobar que TVE era una sentina de corrupciones, incompetencias y despilfarros. Mi decisión me costó una agria reprimenda de Rodrigo Rato; nunca entendí por qué, pero esa es otra historia. A lo que voy: me alarmo al pensar que, si gana otra vez el PSOE, volverá a ser la televisión pública una pesadilla de amiguismos. Eso es "gobernar para la mayoría".
Paso por alto algunas ocurrencias de los candidatos socialistas. Todas ellas se traducen en gastar más dinero público, aunque sea en la forma tan imaginativa de batallas navales en el estanque del Retiro. Un espectáculo tan jacarandoso bien lo merece la mayoría de los votantes, presumiblemente socialistas.
A los candidatos del PSOE se les llena la boca con la expresión políticas públicas. Hacen bien en recrearse con el pleonasmo, pues quiere decir derroche del erario, pólvora del rey.