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Amando de Miguel

Hay que enriquecer el lenguaje

En la vida sucede que si uno gana dinero no tiene por qué quitárselo a otro; ambos pueden ganar. Pero en el capital lingüístico todavía está más claro. Si uno se enriquece con nuevas palabras y significados, todos ganamos.
 
Juan de Golmar razona que no hay por qué respetar de la misma forma a todo el mundo. Aduce el hecho de que en España “hay muchos pelamangos que se dedican a la farándula o al cante –dignas profesiones– que se autodenominan la cultura” y a quienes “no les debemos ningún respeto”. Acompaña la conocida frase de “¡qué país, qué paisaje y qué paisnaje!”, aunque no recuerda quién la dijo por primera vez. En primer lugar, gracias por ese insulto tan expresivo de pelamangos. No lo contiene ni el Diccionario del insulto, de Juan de Dios Luque y otros, ni tampoco el Inventario general de insultos, de Pancracio Celdrán. Tampoco cabe en los completos lexicones de Alvar o de Seco. Me parece un hallazgo. Todo el que haya intentado pelar un mango sabe lo desairada que queda la figura. Pero el acierto está en aplicarlo a los saltimbanquis de la cultura. Respecto a la famosa frase que recuerda mi comunicante, la solía decir el escritor bilbaíno Jacinto Miquelarena en su tertulia, pero es ya mesteña, por ser castiza y de todos.
 
Esto de las palabras es cuestión de gustos. J. Fernando Rey clama contra el exceso de anglicismos que se cuelan en nuestro idioma. Por ejemplo –dice– “la palabra sugestivo”; por lo visto la ha oído decir a Esperanza Aguirre. Añade: “Mi paciencia para soportar este vocablo (sugestivo) ha llegado al límite”. En lugar del anglicano sugestivo, él propone “sugerente”, que es más castizo. Por afinar que no quede, pero yo no veo aquí ningún anglicismo. Tanto “sugerente” como “sugestivo” proceden de la misma raíz latina: suggerere, suministrar, especialmente al intelecto. Por tanto, algo que resulta atractivo a la mente puede ser tanto sugerente como sugestivo. El Diccionario oficial los considera equivalentes, lo que no resuelve mucho. Las palabras nunca son del todo intercambiables, aunque, como en este caso, la separación de significados se mida en micras. Para mí, “sugerente” apela a la imaginación, al gusto. En cambio, “sugestivo” se me hace más próximo al raciocinio. Por ejemplo, la famosa definición que da Ortega y Gasset de nación: “proyecto sugestivo de vida en común”. ¿Hay un escritor con menos anglicismos que Ortega y Gasset? Mi querido don J. Fernando, enfádese con Esperanza Aguirre todo lo que quiera, pero no por el anglicismo de “sugestivo”, que no lo es.
 
Vuelvo a lo del by pass. Jesús Domingo Aleixandre, de Valencia, propone que la equivalencia castellana sea “circunvalación”. No está mal cuando se trate de carreteras, incluso de acequias. Pero la “circunvalación” no sirve mucho cuando se refiere a un injerto de plástico en el trozo dañado de un vaso sanguíneo. Insisto en que sería mejor decir “baipás”, de la misma forma que traducimos foot ball por “fútbol”, y todos tan amigos. ¿Que son anglicismos? Natural. Por algo hablaban en inglés los inventores del fútbol y de los baipases.
 
Luis Vicente Fernández Prieto, de Viveiro (Lugo) me reconviene por mi atrevimiento al comparar la “Sinfonía para una boda” de Nacho Cano con las piezas que compuso Haendel para la corte de Jorge II de Inglaterra. Supone mi comunicante que la comparación era por la coincidencia formal de piezas musicales para bodas reales u otras ceremonias cortesanas. En efecto, así es. Debo advertir que la comparación la hice sobre la marcha, en “La linterna” de la COPE, al escuchar los primeros compases del trabajo de Cano. Por cierto, que, sin pensarlo mucho, dije algo así como “me recuerda la Misa de la Coronación de Haendel”. En la COPE definimos el nanosegundo como el tiempo que transcurre entre soltar algún gazapo y recibir la llamada de un solícito oyente acusando el error. En efecto, ese fue el lapso que tardó un oyente en recordarme (con toda la razón) que la Misa de la Coronación es de Mozart. Lo que pasa es que Haendel tiene diversas obras sobre la Coronación de Jorge II; de ahí mi confusión. Pero lo fundamental es que el gran Nacho Cano ha actuado en este caso como músico de la corte madrileña, en el mejor sentido de la expresión. Comprendo que su música de banda sonora sea, por el estilo, algo muy alejado de Haendel. Se me perdonará mi nesciencia musical.
 

 
Nota para los eventuales “emilios”. Agradezco todas sus sugerencias, comentarios y pareceres. Pero, por favor, manténganse dentro de las reglas del juego. Yo les abro la puerta de mi ordenador pero para asuntos relacionados con la lengua castellana o española y otros conexos. Absténganse los que me quieran transmitir anónimos, desahogos, artículos de opinión, colaboraciones literarias. Los que tengan problemas de convivencia política o cultural en Cataluña envíen sus misivas a la Asociación por la Tolerancia (http: //www.tolerancia.org/). Piensen que yo no tengo medios para digerir todos los posibles escritos que se les ocurran. Puedo ayudarles a comentar los asuntos cotidianos relacionados con la lengua, pero nada más. No me hagan ser el pararrayos de todos los posibles agravios porque no tengo capacidad para tanto. Por lo demás, quedo a la orden de todos ustedes. Reitero las gracias por tantos amables correos.

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