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Amando de Miguel

Ingenuidades políticas

Sorprende la incongruencia de que las autoridades proclamen su disposición a acoger a los refugiados: en Ceuta ponen altísimas vallas para que no las salten.

Sorprende la incongruencia de que las autoridades proclamen su disposición a acoger a los refugiados: en Ceuta ponen altísimas vallas para que no las salten.
La célebre pancarta del Ayuntamiento de Madrid | EFE

Extraño nombre para un partido político: "Podemos". Diríase una marca de preservativos o de algún euforizante. Su sorprendente éxito no está en el atractivo electoral que recibe, sino en la alta penetración de sus mensajes. Lo que dicen y escriben sus gerifaltes adquiere una inusitada resonancia en los medios y redes. Su misma vulgaridad los hace interesantes. No importa que manifiesten ideas mostrencas o necias. Se trata de un artificio propagandístico que se convierte en un fin por sí mismo.

No es la única ingenuidad en nuestro panorama político. Las autoridades más o menos competentes de Madrid, transidas de podemitis, ya no saben qué discurrir para sacar más dinero a los sufridos contribuyentes. Por ejemplo, han decidido restringir ocasionalmente el tráfico automóvil en la ciudad con la excusa de la contaminación. De esa forma se aseguran la consiguiente cascada de multas de tráfico. Se añade el truco de cobrar la tasa de basuras a las empresas, a todas ellas, generen o no desperdicios.

El mundo político no solo es ingenuo sino ingenioso. No hay más que ver la brillantez o el cinismo que supone llamar "cargos de confianza" a los que son nombrados a dedo por el político de turno, a veces como recompensa de favores recibidos. Hará bien el pueblo en desconfiar de ellos.

Resulta enternecedor que las pensiones suban el 0,25% anual, cuando la subida es del 8% para el salario mínimo. La candidez es que tal discrepancia la establece un Gobierno conservador cuyos votantes son mayormente pensionistas. Pocos receptores de un salario mínimo votarán al PP. No será la primera vez que los mandamases de ese partido tiran piedras contra su propio tejado. Parecería una simpleza interpretar que lo hacen por patriotismo.

Nadie se atreve a comentar que en España la tasa de uxoricidio (ahora se dice "violencia de género") es una de las más bajas de Europa. Tampoco se destaca el dato de que en España una gran parte de los uxoricidas sean extranjeros. Nada más ingenuo que una orden de alejamiento para los sospechosos de maltrato a su novia, mujer o exmujer. Ya me gustaría conocer el hecho del maltrato a los mayores por parte de los parientes con menos edad. Me parece un adelanto que en el País Vasco hayan decidido que los mayores puedan desheredar a sus hijos o nietos.

Sorprende la incongruencia de que las autoridades españolas proclamen su disposición a acoger a los refugiados de otros países. El hecho es que en Ceuta o Melilla ponen altísimas vallas para que no las salten esos mismos refugiados. Tampoco se entiende que los llamen "subsaharianos". ¿No querrán decir simplemente negros? ¿Por qué en España los diputados, ministros, jueces, etc. son siempre blancos? ¿No quedamos que en España no hay racismo? La verdad es que en España no existe el grado de racismo que muestran los países transpirenaicos. La razón es que los españoles no necesitamos odiar a otros pueblos; nos basta y nos sobra con odiarnos entre nosotros. No otra cosa, por ejemplo, es el fenómeno de los nacionalismos (que ahora llaman "independentismos"). Consiste en el negocio de recibir cuantiosas cantidades de dinero por parte del Estado para que se pospongan las amenazas independentistas. Es una ingenuidad más. Se trata de un odio colectivo perfectamente organizado.

En España

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