Menú
Amando de Miguel

La cultura de los sordomudos

No es cuestión de sacar el revólver cuando uno oye hablar de la palabra “cultura”, como decía el clásico idiota, pero la polisemia de esa voz empieza a ser alarmante. Todo puede ser objeto de la cultura, según se oye y se lee. Hay ya una cultura del botellón y una cultura de los chafarrinones de las tapias. Lo último lo acabo de oír por la radio en una crónica verdaderamente humorística: la “cultura de los sordomudos”. Bueno, la verdad es que la historia es tristísima. La cuento sin dar mucho crédito a la veracidad de la extravagancia. Menos mal que la cosa procede de los Estados Unidos, donde todos los raros se juntan. Esta es una pareja de sordomudos. Lo digo en femenino porque son lesbianas. Hasta aquí, pase. Pero la pareja, cansada de la soledad, ha decidido tener una criatura. Para lo cual han recurrido a un banco de semen, cosa que empieza a ser un tanto estrambótico. Por si fuera poco, la pareja en cuestión ha exigido que el donante fuera sordomudo. La idea es que la criatura así incubada naciera también sordomuda, cosa que, en efecto, ha sucedido. La pareja está encantada con su bebé mudito. Su razonamiento es impecable. De esa forma se fomenta y enaltece la “cultura de los sordomudos”. Supongo que, en lugar de “sordomudos”, han empleado el correcto circunloquio de “personas con desfases auditivos” (hearing impaired). Naturalmente, nadie ha consultado a la criatura para ver si quería engrosar la hueste de la “cultura de los desfasados auditivos”. Hemos llegado al extremo de la tendencia a machacar la palabra “cultura”.

En Sociedad

    0
    comentarios