No es fácil gobernar. Más difícil aún es ser oposición. No basta con decir que el Gobierno incumple sus promesas. La oposición debería alegrarse por ello, pues, de gobernar, prometería otras cosas. La oposición es algo más que criticar. Consiste en convencer al vecindario de que lo haría mejor que el Gobierno y con menos coste. La oposición debe estar proponiendo siempre alternativas viables. La tarea principal de la oposición es pensar. Puede que el Gobierno no nos haga muy felices. Pero los señores de la oposición hacen que nos sintamos bastante desgraciados. Lo peor es que no escuchan.
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