Habrá otras guerras, guerrillas y escaramuzas. Pero hay una permanente, profunda, sin tregua posible. Es también incruenta, menos mal. Es la guerra del agua, un conflicto irresoluble para distribuir la poca agua sobre el secarral español. Cómo será que a los embalses llamamos pantanos. Es guerra telúrica más que ninguna otra. Ya sé que telúrico, viene de Telus-Teluris, la Tierra en latín. Pero la peculiaridad del planeta Tierra es que tiene más agua que ningún otro astro conocido. Lo malo es que casi toda ella es salada. La sal conserva. Por eso hay que administrar cuidadosamente la fracción del agua dulce.
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